La derecha dice que no hay que ser tan susceptibles. Que es libertad de expresión. Que todo son metáforas. Pero cuando el jefe de gabinete de la presidenta madrileña llama “putas” a las mujeres del PSOE, quizá no estamos ante una figura literaria, sino ante un insulto tan viejo como el machismo. Y ahora toca decidir si eso tiene consecuencias.

Miguel Ángel Rodríguez no es un ciudadano cualquiera ni un tertuliano desatado. Es, ni más ni menos, que el jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid. Y sus palabras pesan. Sobre todo, cuando no se trata de un exabrupto espontáneo, sino de un mensaje publicado en su cuenta de X (antigua Twitter), con plena conciencia y cálculo político. “El Partido Socialista está lleno de puteros. Y las mujeres del Partido Socialista están calladas como… puertas”, escribió. Así, con puntos suspensivos, como si la grosería necesitara ritmo dramático.

La frase ha sido contestada con contundencia por múltiples dirigentes socialistas, que acusan a Rodríguez de machismo y de banalizar la violencia simbólica contra las mujeres. La secretaria de Igualdad del PSOE de Madrid, Lorena Morales, respondió: “Lávate la boca antes de dirigirte a las socialistas. Ha sido su lucha, junto al feminismo, la que ha traído los avances para las mujeres”. En RTVE, la analista Sarah Santaolalla fue más directa: “¿Va a despedir Ayuso a su jefe de gabinete por llamar prostitutas a las mujeres socialistas?”.

No es la primera vez que el entorno de Ayuso recurre al lenguaje agresivo como táctica de comunicación. La presidenta ya popularizó el eufemismo “hijo de fruta” para referirse a Pedro Sánchez, y convirtió la burla en eslogan. Pero esto va un paso más allá. No solo por el contenido del mensaje, sino porque apunta directamente al colectivo de mujeres políticas con un término históricamente usado para deshumanizarlas y desprestigiarlas.

El silencio de Ayuso tras el mensaje de su asesor refuerza la idea de que este tipo de ataques no solo se toleran, sino que forman parte del marco político que pretende imponer. Un marco donde insultar a las mujeres, desacreditar a la oposición o convertir la política en una batalla de barro es rentable. Pero las consecuencias pueden ir más allá del ruido mediático.

No se trata de una cuestión de susceptibilidad. Se trata de la dignidad del debate público. De los límites —si es que existen— del discurso de odio. Y, sobre todo, de la responsabilidad institucional. ¿Puede alguien que insulta así a mujeres con cargo público seguir ejerciendo funciones en el primer círculo del poder autonómico?

Esta pregunta, que atraviesa el escándalo, es también una cuestión ética. Porque no estamos ante un desliz, sino ante una elección comunicativa y política. Por eso, lanzamos esta encuesta: ¿Debería dimitir Miguel Ángel Rodríguez tras llamar “putas” a las mujeres del PSOE?

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ENCUESTA: ¿Debería dimitir Miguel ángel Rodríguez tras llamar putas a las mujeres del PSOE?

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