¿Quién puede entrar y residir en España? La pregunta ha vuelto a estar sobre la mesa después de que Alberto Núñez Feijóo planteara un visado por puntos que evalúe el grado de integración cultural, la disposición a trabajar o incluso el país de origen de cada solicitante. Una propuesta que divide a la opinión pública y que obliga a reflexionar sobre el modelo de sociedad que se quiere construir.

El líder del Partido Popular ha defendido este sistema como parte de un plan más amplio para reformar la política migratoria española. Según explicó, el visado priorizaría la llegada de personas que puedan incorporarse al mercado laboral en sectores donde existe escasez de mano de obra, al tiempo que premiaría el conocimiento de la lengua y la cultura españolas. De esta forma, se busca garantizar —en palabras del propio Feijóo— una inmigración “ordenada y útil” para la economía nacional.

El modelo no surge de la nada. Países como Canadá, Australia o Reino Unido han adoptado sistemas similares para seleccionar a los migrantes según criterios económicos y sociales. En esos casos, la puntuación depende de factores como el nivel educativo, la experiencia profesional, el dominio del idioma o la edad. La traslación de esta fórmula a España, sin embargo, plantea interrogantes en un contexto marcado por un intenso debate sobre la integración y la convivencia.

Entre los puntos más polémicos se encuentra la idea de ligar determinadas prestaciones sociales, como el Ingreso Mínimo Vital, a la búsqueda activa de empleo. Esta condición, que formaría parte del visado por puntos, ha sido criticada por distintos colectivos y fuerzas políticas, que advierten del riesgo de dejar desprotegidas a personas en situación vulnerable. “Se corre el peligro de crear ciudadanos de primera y de segunda”, señalan desde organizaciones sociales que trabajan con migrantes.

La oposición política también ha reaccionado con dureza. Desde Sumar, Yolanda Díaz ha denunciado que el plan del PP “estigmatiza a la inmigración” y se acerca a planteamientos propios de la extrema derecha europea. El Gobierno, por su parte, ha recordado que gran parte de las medidas que Feijóo propone ya existen en la legislación vigente, como los requisitos de arraigo o los controles fronterizos, y ha acusado al líder del PP de generar ruido con propuestas que no suponen un cambio real.

En cambio, los defensores del sistema aseguran que un visado de estas características ayudaría a evitar el llamado “efecto llamada”. Argumentan que, al establecer criterios claros y exigentes, se disuadiría a quienes buscan entrar de manera irregular y se facilitaría la llegada de migrantes con perfil adaptado a las necesidades de España. Además, subrayan que la medida contribuiría a una mayor cohesión social, al priorizar la integración desde el inicio.

Más allá de la confrontación política, la propuesta plantea preguntas de fondo: ¿qué significa realmente “conocer la cultura española”? ¿Quién decide qué aspectos cuentan para sumar puntos y cuáles no? ¿Se trata de un sistema que favorecerá únicamente a personas con estudios superiores o con determinados recursos económicos? Estas cuestiones abren un debate de gran calado sobre el equilibrio entre la gestión de los flujos migratorios y el respeto a los principios de igualdad y no discriminación.

Otro factor clave es el encaje de esta propuesta en el marco europeo. España forma parte del espacio Schengen y de la política común de migración y asilo de la Unión Europea, lo que obliga a que cualquier medida de este tipo sea compatible con las normas comunitarias y los compromisos internacionales en materia de derechos humanos. Implementar un visado por puntos sin un consenso europeo podría generar tensiones con otros países y dificultar su aplicación.

En definitiva, el anuncio de Feijóo reabre un debate que trasciende a la mera gestión administrativa: es una discusión sobre el modelo de país, sobre la forma en que España quiere relacionarse con quienes llegan desde fuera y sobre los valores que deben guiar la política migratoria. El visado por puntos se presenta, para algunos, como una herramienta de orden y eficacia; para otros, como una amenaza a la igualdad de oportunidades y a la cohesión social.

Y ahora, la palabra es tuya. Queremos saber cómo valoras esta medida: ¿la consideras necesaria para garantizar una inmigración ordenada? ¿Piensas que abre la puerta a la discriminación? ¿Crees que aportará soluciones reales o solo más división?

Encuesta
ENCUESTA: ¿Cómo valoras la medida de Feijoo de exigir un visado por puntos para los inmigrantes?

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