Acostumbrada como estaba a volcar su ira y su victimismo contra Zapatero, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberà, ha enmudecido. Un año después de que Mariano Rajoy llegara a la Moncloa, ha cambiado la reinvindicación por la justificación, ha escondido en algún cajón el victimismo y las armas dialécticas con las que castigaba al líder socialista y ha renunciado a reclamar apoyo para unos proyectos que con los socialistas en el gobierno veía imprescindibles para su ciudad.

Rita Barberà se pasó las dos legislaturas de gobierno socialista propalando una lista de supuestos agravios, mientras convertía a Rajoy en el conseguidor que solventaría todos los problemas de su ciudad en cuanto echara al PSOE de la Moncloa. Intentó hacer realidad a base de repetirla aquella idea suya de que “Zapatero castiga a los valencianos”. Aunque la verdad es muy distinta. Pese al estallido de la la crisis, Zapatero destinó a Valencia 1.395 millones de euros –incluidos 228 de las dos ediciones del Plan E- en su última legislatura frente a los 215 de Aznar en el mismo periodo.

Los insultos de la alcaldesa a Zapatero
Muchos valencianos recuerdan aún con vergüenza ajena aquel día de mayo de 2010 en el que Barberà arremetió contra el presidente del Gobierno porque entre los recortes que anunció figuraba la prohibición de que los ayuntamientos se endeudaran a largo plazo. “Incompetente, ignorante, inmoral político y miserable” fueron los insultos con que de una tacada denunciaba una medida que, según ella, iba a llevar a España a la quiebra real.


Tras más de un año del PP al frente del Ejecutivo, ninguna de los problemas que Rita Barberà achacaba a Zapatero han visto solución. El gobierno del PP que iba a terminar con el odio y el menosprecio hacia los valencianos, según la líder popular, no ha satisfecho sus reclamaciones. Pero ante el ninguneo de Rajoy, se ha visto obligada a morderse la lengua y guardar silencio.


El PSPV la acusa de soberbia
La parálisis que afecta tanto al ayuntamiento como a la alcaldesa es consecuencia, según el portavoz del PSPV-PSOE, Joan Calabuig, “de su pérdida de peso político y de su soberbia y falta de talante a la hora de dialogar con los vecinos”. Calabuig resalta que la alcaldesa “ha perdido su sintonía con Madrid” y que Rajoy “ya no viene a fotografiarse con los dirigentes del PP porque no se fía de ninguno de ellos, dados los casos de corrupción que colean y sitúan al ayuntamiento como pieza clave”, en referencia al saqueo de Emarsa y al caso Nóos.

Compromís: “Solo dice sí a Madrid”
Por su parte, el portavoz de Compromís, Joan Ribó, exige a la alcaldesa que dé la cara. “Desde que el PP llegó al gobierno central se ha quedado muda. No dice ni una palabra para reivindicar nada. Cuando gobernaba Zapatero todo eran declaraciones de denuncia y ahora, nada de nada”. Para el portavoz de la coalición nacionalista, “está incapacitada para gobernar porque solo dice sí a todo lo que le imponen desde Madrid”.

La cesión fantasma de la dársena
Que su inacción no es solo cuestión de presupuesto la constata la fallida cesión de la dársena interior del puerto. Cansados estaban los valencianos de escuchar a la alcaldesa quejarse de las trabas del gobierno socialista a la cesión a la ciudad de la dársena, que albergó dos ediciones de la Copa del América de vela. El Ayuntamiento proyecta en esta superficie zonas de recreo, un varadero, locales de restauración, empresas auxiliares, talleres para barcos y hasta un helipuerto. Nada de eso se ha podido hacer porque, después de más de un año de gobierno popular, todo sigue igual. Y eso que el traspaso de la propiedad debería haberse realizado en julio pasado, según proclamaron a los cuatro vientos tanto la alcaldesa como la ministra de Fomento. “Hoy le puedo decir a los valencianos que nos podemos sentir alegres. Si bien, tenemos tanta gratitud como paciencia”, afirmaba Barberà al anunciar una cesión “que hoy ya es una realidad”. Una realidad aún fantasma.

Paralización de la línea 2 del metro
La última vez que la alcaldesa dio la callada por respuesta fue la pasada semana en las Corts Valencianes, cuando la consellera de Infraestructuras, Isabel Boning, reiteró que no hay dinero para la línea 2 del metro. Una infraestructura que atravesará el casco histórico de la ciudad, en la que en los cinco kilómetros de su primera fase se han invertido ya 475 millones de euros, pero que lleva varios años paralizada porque el Consell no sabe de dónde sacar los 190 millones que se requieren para concluirla.  Según las previsiones iniciales, el primer tramo debería estar en funcionamiento desde el pasado año. Así se lo exigió la alcaldesa a Fabra en una reunión que ambos mantuvieron al poco de que éste sustituyera a Camps. Desde entonces no se ha vuelto a oir a Barberà una palabra reivindicativa.

El presidente valenciano, Alberto Fabra, Mariano Rajoy y la alcaldesa valenciana, Rita Barberá.



Renuncia al tunel pasante del AVE
Dos semanas antes de que terminara 2012 y tras una reunión con la ministra de Fomento, Ana Pastor, la alcaldesa renunció al tunel pasante del AVE que permitirá una salida directa de los trenes hacia Castelló y evitará que la estación central funcione como un fondo de saco. La que con los socialistas en la Moncloa era su reivindicación estrella, que rediseñaría la trama ferroviaria de la ciudad y liberaría suelo para el Parque Central de Valencia, se ha transformado ahora con el PP en el gobierno en “una inversión brutal” en un momento de crisis. Barberà, al parecer, también ha aceptado abaratar la futura estación central que diseñó el arquitecto César Portela, aceptando así una importante revisión a la baja de su proyecto ferroviario para la ciudad.

Salpicada por la corrupción
Entre silencio y silencio, la alcaldesa se encuentra en el ojo del huracán mediático tras conocerse su protagonismo en la organización del congreso Valencia Summit. Hasta ahora había podido mantenerse al margen del caso Gürtel, pese a las informaciones que la apuntaban como agraciada por los regalos de la trama en forma de bolsos de lujo de la marca Luis Vuitton. Al igual que se ha zafado del saqueo de Emarsa, a pesar del control político que ella ejercía sobre la empresa pública. Del caso Nóos también intenta desde hace meses desmarcarse, aunque ahora se ha desvelado su papel protagonista a través de los correos dados a conocer por el socio de Urdangarín. Su respuesta hasta ahora ha sido la misma, el silencio.