Lejos de un tono conciliador, Santiago Abascal ha despedido 2025 con un discurso de confrontación que eleva la presión sobre el Partido Popular. El líder de VOX ha mostrado su malestar con los gobiernos autonómicos surgidos de acuerdos con su partido y ha dejado claro que no avalará lo que considera continuismo, enviando un mensaje directo a Alberto Núñez Feijóo en pleno reajuste del espacio conservador.

El mensaje, difundido para despedir el año y dar la bienvenida a 2026, va más allá de un simple balance político. Abascal ha construido un relato de ruptura en el que sitúa a España ante lo que define como una crisis existencial, fruto de décadas de decisiones compartidas por los grandes partidos. En su diagnóstico, el final de 2025 marcaría el agotamiento de una etapa caracterizada por la cesión de soberanía, el deterioro institucional y una creciente distancia entre los centros de poder y la ciudadanía.

Uno de los ejes centrales del discurso ha sido el ataque frontal al bipartidismo. Abascal ha responsabilizado al Partido Socialista y al Partido Popular de haber alentado durante años políticas que, según su versión, han facilitado “la llegada de millones de personas” a España. En ese marco, ha descrito la inmigración irregular como una “auténtica invasión” que, a su juicio, supone una amenaza directa para la supervivencia del país “como pueblo y como nación”.

El dirigente ultraderechista ha insistido en que las consecuencias de este fenómeno ya se estarían notando en numerosos pueblos y ciudades. Entre ellas, ha citado el deterioro de la seguridad, con especial énfasis en la situación de las mujeres, así como la presión sobre los servicios públicos, especialmente la sanidad y los servicios sociales, que ha descrito como “al borde del colapso”. También ha vinculado la inmigración ilegal con salarios bajos y con el encarecimiento de la vivienda, un discurso que vuelve a colocar este asunto en el centro de su estrategia política.

En esa misma línea, Abascal ha añadido un componente identitario y cultural, asegurando que la inmigración masiva no solo tendría efectos económicos o sociales, sino que pondría en riesgo la identidad del país. En su intervención ha alertado de la expansión del islamismo radical, al que ha definido como una ideología totalitaria, reforzando un marco de confrontación que ha sido recurrente en los mensajes de su formación.

El discurso también ha dirigido duras críticas a las políticas procedentes de la Unión Europea. Según Abascal, la industria y las pequeñas y medianas empresas españolas estarían siendo asfixiadas por una burocracia que nace en Bruselas y que, en su opinión, se impone en nombre de distintas formas de “fanatismo”. Ha denunciado un modelo que, siempre según su versión, acabaría destruyendo la forma de vida de amplios sectores sociales y productivos.

En este contexto, el líder de VOX ha defendido la necesidad de recuperar el control de las fronteras y de “plantar cara” a quienes, afirma, juegan con los pueblos como si fueran piezas de un tablero. Ha denunciado la acumulación de poder en manos de unos pocos actores que, según ha dicho, no rinden cuentas, y ha presentado esa concentración como uno de los grandes obstáculos para cualquier cambio político real.

El mensaje ha incluido también un ataque directo al Gobierno de Pedro Sánchez, al que ha acusado de protagonizar “fechorías, abusos y miserias” y de contaminar las instituciones con prácticas que ha llegado a calificar de mafiosas. Estas acusaciones refuerzan la línea de confrontación total que VOX mantiene con el Ejecutivo central y que Abascal ha querido subrayar en un momento simbólico como el cierre del año.

No obstante, uno de los pasajes más significativos del discurso ha sido el dedicado a los gobiernos autonómicos del PP que contaron con el apoyo inicial de VOX. Abascal ha recordado que seis ejecutivos regionales llegaron al poder gracias a ese respaldo, pero ha reconocido abiertamente su insatisfacción con el resultado. Según ha afirmado, no se han producido los cambios que esas comunidades necesitaban y sus responsables no habrían entendido la magnitud del momento político, una circunstancia que, en su relato, justificó la salida de VOX de esos gobiernos.

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