El 11 de marzo de 2004, España sufrió uno de los atentados más devastadores de su historia. Cuatro bombas estallaron en trenes de Cercanías en Madrid, dejando 193 muertos y más de 2.000 heridos. Lo que debía haber sido una jornada electoral normal se convirtió en una de las mayores crisis políticas y sociales de la democracia española. Tanto fue así que la derecha, con el Partido Popular a la cabeza, se valió de una teoría de la conspiración que aún a día de hoy se sigue alimentando. Así lo ha hecho el líder de Vox, Santiago Abascal, que en el 21 aniversario ha reclamado “conocer toda la verdad”.

“21 años después queremos saber toda la verdad”. Con estas palabras, el máximo responsable de la ultraderecha española ha despachado el 21 aniversario del mayor atentado terrorista de la historia de la Unión Europea, por delante del que sufrió Londres un año después y los ataques que se han diseminado por todo el continente en los años venideros. La tragedia conmocionó a un país y marcó un punto de inflexión en la historia reciente, pero no todos pasaron ese punto, como es el caso de Abascal, que ni siquiera le dedica unas palabras de reconocimiento y dolor por los casi dos centenares de víctimas y más de 2.000 heridos que dejó el ataque terrorista.

Mismo esquema que ha sido un alto cargo de la guardia pretoriana de Santiago Abascal y portavoz del Grupo Municipal de Vox en el Ayuntamiento de Murcia, Luis Gestoso. El edil murciano ha difundido un tuit en su perfil oficial de X -antes Twitter- de un usuario de tal red social en el que vinculaba al expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, con los atentados terroristas del 11 de marzo.

La teoría de la conspiración

Pese a ir por otros derroteros, la conspiranoia de Vox tiene cierto vínculo con la de un PP que aún a día de hoy no ha pedido perdón por difundirla. Desde el principio, el Ejecutivo de Aznar señaló a la organización terrorista ETA como responsable de los atentados. Apenas horas después de la matanza, el ministro del Interior, Ángel Acebes, y otros voceros del Gobierno, insistieron en culpar a la banda terrorista vasca. “No tenemos ninguna duda de que ETA es la responsable”, afirmó Acebes en sus primeras declaraciones.

A pesar de que esa misma mañana se encontraron en los coches de los terroristas cintas en árabe y detonadores, el Gobierno mantuvo su versión, afirmando que todas las pistas apuntaban a ETA. Sin embargo, conforme surgían evidencias contrarias, como la aparición de materiales relacionados con el islamismo extremista en Alcalá de Henares, la versión oficial seguía sin ajustarse a los hechos. Al día siguiente, un grupo vinculado a Al Qaeda reivindicó el ataque, aumentando las sospechas de que los atentados habían sido cometidos por una célula yihadista. No obstante, el Gobierno insistió en su hipótesis, sin reconocer las nuevas pruebas.

La estrategia del PP de sostener la autoría de ETA resultó ser un gravísimo error político. La noche del 13 de marzo, vísperas de las elecciones generales, miles de personas se manifestaron frente a las sedes del PP en Madrid y otras ciudades exigiendo la verdad. En un clima de desconfianza y frustración, los votantes acudieron a las urnas, lo que culminó en una sorpresiva victoria del PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero. El PP perdió el poder en solo tres días, pasando de una mayoría absoluta a la derrota.

A pesar de este giro electoral y de la confirmación de que los atentados fueron obra de una célula yihadista, el PP no corrigió su postura de inmediato. Con el tiempo, algunos de sus miembros continuaron promoviendo teorías conspirativas vinculando los atentados con ETA. La difusión de estas versiones contribuyó a generar confusión en la opinión pública. Sin embargo, el proceso judicial, que concluyó en 2007, dejó claro que la autoría correspondía al extremismo islamista, desechando las teorías alternativas promovidas por algunos sectores del PP y ciertos medios de comunicación.

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