El Partido Popular insiste en que la repetición electoral no es beneficiosa, que no están centrados en un hipotético y que, por el momento, siguen a la espera de que Pedro Sánchez sea capaz de cumplir con sus obligaciones y hacer que la aritmética sea favorable a sus intereses. Pero, cuando los argumentos no se producen con luz y taquígrafos, frente a las cámaras y la exposición pública, todo cambia.

Los populares empiezan a prepararse. Basta ver la insistencia en la fórmula ‘España Suma’, defendida a capa y espada por el núcleo más cercano de los de Casado. Una especie de gran coalición con la que contrarrestar la fragmentación del voto, hacerse ver ante os votantes como el garante del bloque liberal-conservador y poner en jaque a sus homólogos.

Además, la demoscopia ayuda. Los últimos estudios muestran que la tendencia ha cambiado y lo que era una progresión al alza de Ciudadanos se ha convertido en un golpe sobre la mesa del Partido Popular, único partido del bloque de la derecha que mejora su situación, consiguiendo paliar las ínfulas naranjas y volviendo a erigirse como líder de la oposición tanto a nivel aritmético como ejecutivo.  

Por el momento, es una simple posibilidad. Con un mes por delante para que PSOE y Unidas Podemos superen sus diferencias y consumen un acuerdo fructífero para las partes, evitando que el 10 de noviembre los españoles se enfrenten a su tercera jornada electoral en lo que va de año, el desdén se ha instalado en las negociaciones, con los socialistas cerrados en banda y dando un portazo continuo al Gobierno de coalición, condición indispensable, por el momento, para el apoyo de los de Iglesias.

Casado ha salido reforzado. Juntó a su Ejecutiva Nacional y explicó que el proyecto era suyo, salvó el match ball de las generales consiguiendo imponer la suma en Madrid, y se rodeó de personas afines a su visión política. Ahora, solo queda dar el rejón definitivo a sus homólogos naranjas, sustento en la mayoría de las comunidades autónomas, pero rival en sus aspiraciones por encabezar el proyecto de la derecha.

Juegos de lealtades, estrategias y vacaciones que se recortan para volver con fuerza. Las urnas dirán el 10 de noviembre, siempre que nada cambie en el horizonte negociador, quién tiene la carta ganadora.