El golpe judicial que vivió la Audiencia Nacional el pasado 20 de noviembre, y que cambió a los magistrados que se encargarán de juzgar piezas vitales del caso Gürtel, sigue teniendo réplicas. Tal y como adelantó El Plural, Ángel Hurtado, el que fuera presidente de la sala que juzgó la primera parte de la trama y que ayudó a Mariano Rajoy en su declaración como testigo, ha sido incluido en la lista de candidatos a conseguir una de las deseadas plazas libres en el Tribunal Supremo.

Los cambios realizados en la Audiencia Nacional con la supervisión de Concepción Espejel, la presidenta de la Sección Segunda de la Sala de lo Penal recusada en todas las piezas Gürtel, supusieron el cambio de los jueces que tendrían que juzgar cuatro piezas vitales que afectan al Partido Popular: la de su caja B, la visita del Papa a Valencia, la de AENA y la que afecta a Jerez.

Los cambios repentinos supusieron que la sentencia de estos casos la redactará Juan Pablo González, un magistrado vinculado al PP, política e ideológicamente, que además estaría trabajando en la Audiencia Nacional de manera irregular. Una situación que ha provocado una lluvia de recusaciones por parte de las acusaciones populares personadas en Gürtel.

A su vez, la entrada de González y otra magistrada, supuso la salida de otros dos jueces del tribunal. Uno es Julio de Diego, quien apoyó la citación de Mariano Rajoy como testigo y cuyo futuro laboral es incierto. Pero el otro era Ángel Hurtado, el presidente del tribunal cuya alineación con el Partido Popular estuvo fuera de toda duda.


Más información: El nuevo juez de la caja B del PP participó en cursos de FAES junto a un imputado en Gürtel


Ahora, como adelantó El Plural, Hurtado ya está encaminado para hacerse con una de las codiciadas plazas que se han quedado libres en el Tribunal Supremo. Según ha anunciado el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Hurtado ha sido aprobado dentro de las ternas de candidatos, en concreto, a la plaza ha quedado vacante en la Sala Segunda tras la jubilación de José Ramón Soriano Soriano.

En su labor en la Audiencia Nacional al frente del primer juicio Gürtel, Hurtado luchó con denuedo contra las peticiones de que Mariano Rajoy fuese citado como testigo. Finalmente, el cambio de bando de De Diego provocó la cita de Rajoy con la justicia, pero Hurtado emitió un duro voto particular contra la decisión de sus compañeros. Y, meses después, fue el único de los tres jueces que pidió, sin éxito, que Rajoy no acudiera a la Audiencia y su declaración se hiciera por videoconferencia.

Lo mismo hizo cuando sus compañeros de sala aceptaron que fueran llamados como testigos los hombres fuertes del Partido Popular en los 90. Todos los secretarios generales que lo fueron en Génova fueron citados: Rodrigo Rato, Javier Arenas, Francisco Álvarez-Cascos y Jaime Mayor Oreja, junto a Ángel Acebes. Pero Hurtado emitió también un voto particular demostrando su rechazo a estas citaciones -excepto la de Acebes-, porque “no es fácil encontrar qué puede aportar su testimonio”.

Con estos antecedentes de votos particulares, en julio de 2017, Rajoy acudió a la Audiencia Nacional a declarar y encontró en Hurtado a su mejor aliado. Como ya analizó El Plural, el juez se esforzó por que el mal trago de Rajoy fuera lo más leve posible. Empezando por colocarle a la misma altura que el tribunal, en lugar de junto a los acusados, como sí ocurrió con otros testigos como Esperanza Aguirre.

Sin embargo, fue durante el interrogatorio a Rajoy, donde Hurtado tomó más partido. Por ejemplo, impidió que se le interrogara sobre por qué aparece “M. Rajoy” como perceptor de sobresueldos en la caja B del PP, porque “la pregunta no es pertinente”. También negó sin discusión la petición de hacer un careo entre el presidente del Gobierno y Luis Bárcenas. Y, sobre todo, torpedeó el interrogatorio reclamando más prisa a las acusaciones porque “nos quedamos sin tiempo”, pese a que la ley no marca ningún límite temporal para las preguntas a los testigos.