Taylor Swift lo ha conseguido: es oficialmente la dueña de su música. Tras años de disputas legales, regrabaciones y una campaña pública sin precedentes, la artista ha comprado los derechos de sus seis primeros álbumes. ¿Cuánto ha pagado? ¿Por qué esta operación marca un antes y un después en la industria musical?
Taylor Swift recupera su legado: una operación de 360 millones de dólares
Taylor Swift ha vuelto a escribir las reglas del juego. Esta vez, no lo ha hecho desde el escenario, sino desde los despachos. La cantante de Pensilvania ha comprado finalmente los derechos de sus primeros seis discos —de Taylor Swift (2006) a Reputation (2017)— en una operación valorada en 360 millones de dólares.
La compra se ha cerrado con Shamrock Capital, fondo de inversión que adquirió en 2020 el catálogo original que pertenecía a Big Machine Records, la discográfica con la que Swift firmó sus primeros contratos. Desde entonces, la artista intentó sin éxito hacerse con los derechos… hasta ahora.
Una batalla que empezó en 2019 y que cambió la industria
Todo comenzó en 2019, cuando el empresario Scooter Braun —representante de artistas como Justin Bieber y Ariana Grande— adquirió Big Machine Records por 300 millones de dólares, llevándose consigo el catálogo musical de Taylor Swift. La artista denunció públicamente no haber sido informada ni haber tenido oportunidad de igualar la oferta. Desde entonces, comenzó una guerra mediática y legal por recuperar su música.
Swift tomó entonces una decisión radical: regrabar todos sus discos antiguos, una estrategia que pocos creyeron que funcionaría, pero que terminó siendo un éxito absoluto. Con el sello “Taylor’s Version”, la cantante logró que sus fans boicotearan las versiones originales y consumieran en masa sus nuevas grabaciones. Red (Taylor’s Version) y 1989 (Taylor’s Version) se convirtieron en éxitos de ventas y streaming.
Una inversión millonaria, pero rentable
Aunque la cifra de 360 millones de dólares puede parecer astronómica, para Taylor Swift es una inversión con retorno asegurado. No solo se trata de recuperar el control artístico de su obra: también significa adueñarse de todos los ingresos que generan sus discos, desde reproducciones en Spotify hasta licencias para películas y anuncios.
Además, el fenómeno “Taylor’s Version” ha demostrado tener un valor comercial gigantesco. Cada regrabación se convierte en un evento global. Las ventas físicas, el streaming, el merchandising exclusivo y las giras asociadas (como The Eras Tour, la más taquillera de la historia) le han proporcionado ingresos millonarios. Ahora, con todo el catálogo en sus manos, podrá explotarlo sin intermediarios.
Taylor Swift ha logrado lo que muchos creían imposible: vencer a la maquinaria de la industria musical. Lo ha hecho sin ceder derechos, sin pedir permiso y sin vender su arte al mejor postor.
En su carta, Swift agradeció a Shamrock Capital por facilitar la compra y expresó su gratitud a sus fans por su apoyo incondicional durante estos años. La artista también bromeó sobre la posibilidad de hacerse un tatuaje de trébol, en referencia al logo de Shamrock, como símbolo de esta victoria personal.
El futuro: ¿qué hará ahora con su música?
Con los derechos en su poder, Swift tiene carta blanca. Puede reeditar los álbumes originales sin limitaciones, lanzar boxsets con contenido inédito, explotar su obra en series, películas o videojuegos. Su catálogo es ahora un tesoro multimillonario que solo ella puede gestionar.
Y todo indica que no se detendrá aquí. La artista sigue trabajando en nueva música, planeando nuevos lanzamientos y llevando The Eras Tour a nuevos continentes.