Cinco amigos crearon un proyecto que reivindica el valor de los libros de segunda mano. Sin embargo, la propuesta va mucho más allá. Bajo la modalidad de la suscripción, operan como un vínculo en torno al amor por la literatura. Convencidos de que un libro siempre es algo más que "una novedad", sorprenden al lector con la escogencia de títulos y de regalos. Huele a Libro es el nombre de la web y de una interesante suma de participaciones.

En septiembre de 2020, Carmen, David, Juan, Pedro y Alicia se reunieron en una terraza para discutir qué harían con su amor por los libros. Sí, así como suena. A cada uno le era insuficiente compartir con los otros cuatro los libros que leía; por ello en aquella reunión todos tenían claro que el siguiente paso sería extender el gusto hacia el espacio público. Los cinco amigos universitarios, con la necesidad de llevar a más la pasión grupal que los unía, debatieron opciones para crear un proyecto que integrara la suscripción con los libros de segunda mano.

Me acerqué a esta iniciativa movido por mi necesidad de descubrir propuestas ajenas a un mercado más pendiente del negocio que de la literatura; la saturación de novedades en las librerías y en las recomendaciones de los medios, me reafirma que algo tan contemplativo como la literatura poco tiene que ver con el ruido. El vicio de publicar por publicar también invade a sectores que se consideran “alternativos”; en esa dirección caen editoriales, librerías y medios que se suponen distintos al modelo dominante. Huele a Libro olía a otra intención. La otra (s) forma (s) es posible desde lo pequeño, y así lo sienten sus creadores.

"Desde el primer momento tuvimos muy claro que queríamos una suscripción más asequible, que se basara en la reutilización, y especialmente que fuera algo personalizado"

Alicia lo tiene claro cuando afirma que “el motivo por el que creamos Huele a Libro no es nada sofisticado, simplemente estábamos juntos una noche de final de verano, en la terraza de mi casa, tomando algo y hablando de planes para este curso. Pedro llevaba unos días dándole vueltas a la idea de las suscripciones, que son un formato muy popular en otros países y que están empezando a ganar terreno en España; él había estado pensando en crear una suscripción literaria. Empezamos a hablar de ello, y nos fijamos en que las pocas suscripciones relacionadas con libros que existen están todas enfocadas en novedades (por lo que además suelen resultar bastante caras) y suelen enviar el mismo libro a todos sus suscriptores. Desde el primer momento tuvimos muy claro que queríamos una suscripción más asequible, que se basara en la reutilización, y especialmente que fuera algo personalizado. Todos hemos sido muy lectores, y muchas veces hemos hablado de cómo leíamos mucho más antes, de lo difícil que es encontrar un libro ahora, de cómo a veces, cuando encontramos algo que nos llama la atención, ya estamos cansados y terminamos por dejarlo pasar. Básicamente sentíamos que mucha gente deja de leer porque hay tantos libros que resulta pesado buscar algo que no sea `lo de siempre` pero que nos guste. El motivo por el que usamos libros de segunda mano es que pensamos que es muy triste cómo habitualmente un libro es comprado y leído una única vez, para verse reducido a un objeto más de decoración, y creíamos que era una buena forma de dar una segunda vida a libros ya usados”.

"Mucha gente deja de leer porque hay tantos libros que resulta pesado buscar algo que no sea `lo de siempre` pero que nos guste"

Desde la distancia adulta se asegura mucho que los jóvenes no leen; pero yo no termino de entender si esto se dice como un reflejo de la persona que sentencia (la disculpa de quien se sabe no lector) o como una repetición generacional bastante conformista. Son muchos los jóvenes que disfrutan del mundo de los libros sin pedirle permiso a crítico alguno; para confirmarlo bastaría con entrar a una librería o estar atento a quienes leen en el metro.  La misma propuesta de Huele a Libro llegó a mi oído a través de mi hija Miranda (20 años); ella llevaba semanas hablándome de ese vínculo literario que se expandía. La emoción de Miranda, como lectora, tenía mucho que ver con la pasión que Alicia me transmitió cuando respondió a mis preguntas: “Sobre cómo funciona Huele a Libro, lo cierto es que es bastante sencillo. Lo primero es decidir qué clase de pack se quiere recibir: novela, poesía, ensayo o ´macedonia´, que es una suscripción en la que vamos variando entre un género y otro. Lo siguiente es rellenar un formulario en el que hacemos preguntas sobre gustos literarios: qué género no quieren recibir por nada del mundo, qué clase de personaje serían, cuál es su época histórica favorita, etc. Y alguna otra pregunta más personal, para conocernos mejor. Después, solo faltan los datos de envío y ya está, ya formas parte de Huele a Libro”.

El grupo de amigos ha ido optimizando el trabajo poco a poco, sin intenciones de crecer hacia una dirección distinta a la que en un momento determinó aquel primer encuentro: la de compartir el disfrute por la lectura.  En la vida presencial y desde la web, que funciona como centro del trabajo, los cinco asumen la condición de “nuevos” como si en esa palabra hubiera un recordatorio para los años siguientes del proyecto. La firme intención de hacer el trabajo diario con la ilusión encendida. Alicia destaca que “Nos dividimos las tareas, pero somos muy flexibles. Por ejemplo, Pedro es quien se encarga de decidir qué leerá cada uno, diseña la publicidad y contacta con creadores de contenido u otras empresas para hacer colaboraciones; Carmen es quien contacta con todos los clientes, quien resuelve sus dudas, responde a todos los mensajes, etc.; Juan es quien se ocupa de que no nos arruinemos, de llevar los impuestos, y en general de la administración, de traer sentido común a la empresa y de llevarnos a nosotros y a los libros de un lugar a otro; David es quien mejor envuelve de todos y, cuando falta, la cadena productiva va súper lenta, pero también es quien nos saca fotos, lleva nuestro Instagram (que es nuestra mayor plataforma), Facebook, y demás redes sociales; y yo me encargo del packaging: desde la idea de usar papel de estraza y cuerda de yute como elementos básicos hasta de elegir los marcapáginas, poemas de autores famosos, de crear la playlist del mes y de contactar con poetas que estén empezando para incluir un poema totalmente nuevo cada mes”.

En el fuego de cada lector hay una intención de cambio, a veces se queda en la idea o en la transformación de la mirada personal (que es bastante); otras el lector decide dar el salto hacia un espacio más allá de la realidad que le enseñaron. Sostiene la vocera de Huele a Libro que “todos nosotros somos y hemos sido grandes lectores. Estar rodeados de libros durante tantas horas nos lleva inevitablemente a hablar de lo que hemos leído, de lo que no, de autores, de la literatura en general... A veces tenemos conversaciones que rayan lo pedante, probablemente lo seamos un poco. Además, tenemos gustos muy diferentes. Cuando hablamos de qué libros fueron los que nos engancharon a la lectura, algunos mencionamos las Crónicas de la Torre de Laura Gallego, mientras David se horroriza, porque él siempre ha sido de dramas sociales. Juan es de leer novela histórica y obras de Delibes o Cela, Pedro es lector de filosofía y de todo lo demás, David es un lector serio que se ha leído la mayoría de clásicos que asignamos, yo soy fan de las novelas en las que `no pasa nada` y Carmen dice que lee poco, pero es la que más libros lee de todos. Cuando toca inventariar libros, siempre hay discusiones sobre qué autor es bueno o malo, qué novela deberíamos guardar porque es demasiado buena para asignarla a la ligera, qué libros descartar, qué clásico es un clásico y cuál no lo es, qué libro merece la categoría ´sentimental-bonita` y cuál es `drama` o `romántico`... En fin, nos gusta muchísimo la literatura y discutir sobre ella todavía más, así que creo que hemos dado con algo que no solo nos enriquece mentalmente y nos saca de la monotonía pandémica, sino que nos apasiona”.

Huele a Libro es un proyecto transversal. En su dinámica el vínculo trabaja como una red que convoca lectores y autores. La idea de sorprender a quien recibe el libro tiene ese componente de asombro que habita en la curiosidad del lector; la experiencia permanece en la sensibilidad de quien entrega y en la de quien recibe. Sin duda, el olor de un libro es el primer paso hacia la multiplicación de las posibilidades.