Si navegamos en línea recta desde Alicante hasta Orán apenas recorreríamos 300 kilómetros. Se dice que Orán es la ciudad más alicantina de Argelia y que Alicante es la ciudad más argelina de España. Unidas por el mar Mediterráneo y por la historia, ambas separaron sus destinos de forma brusca en 1962, cuando la antigua colonia francesa se independizó de la metrópoli. Albert Camus, francés de origen argelino y descendiente de menorquines por parte de su madre, describía en 1953 a sus compatriotas del país africano como “una raza bastarda, hecha de mezclas imprevisibles. Españoles y alsacianos, italianos, malteses, judíos y griegos se encontraron en estas tierras”. Este universo es el elegido por María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) en ‘Por si un día volvemos’ (Planeta) para situar a su nueva protagonista, a la que conocemos al principio de la novela como una adolescente que, por no tener, no tenía ni nombre. A la miseria material se le suma la miseria moral de sus progenitores que miran hacia otro lado cuando un viajero al que dan cobijo la viola en la única habitación que compartían todos los miembros de la familia.

Una novela muy María Dueñas con giro de guion

Esta nueva novela es muy María Dueñas. Encontramos ese gusto suyo por recuperar episodios históricos poco conocidos a través de sus protagonistas directos. Hace 16 años, cuando publicó ‘El tiempo entre costuras’ la gran mayoría habría tenido que recurrir al diccionario para saber qué era eso de la sororidad, pero no al de la RAE, que no incluyó la palabra hasta siete años después, el 21 de diciembre de 2016. Con o sin palabra, sus protagonistas apelan a esa solidaridad y compromiso inquebrantable entre mujeres para vencer a la desigualdad y el machismo.
 

Cecilia Belmonte es, como en su momento lo fueron Sira o las hermanas Arenas, una mujer hecha a sí misma en circunstancias de lo más hostiles. Sin embargo, aquí hay un giro de tuerca adicional, con capítulo inicial desgarrador. No es fácil describir con elegancia un acto tan brutal como una violación de una menor, pero María Dueñas lo consigue. Con apenas unas pinceladas sin necesidad de detallar algo tan sórdido, nos mete en la piel de esa joven recién salida de la pubertad, que escapa del horror matando a su agresor, al que 'roba' su identidad para huir sin mirar atrás.

Una sociedad multicultural

Cecilia se sumará a los miles de españoles que emigraron a Argelia, especialmente a Oran a principios del siglo XX. Fiel a su afán por reconstruir minuciosamente la historia, ‘Por si algún día volvemos’ es un retrato de aquella sociedad mestiza en la que convivían franceses, españoles y árabes. Hubo muchas Cecilias en aquella colonia vinculada a España, cuyos descendientes acabarían convirtíendose en Marie, Agnès, Blanche, Pauline o Antoinette, educándose en el Lyceo y expresándose en francés.

Es el caso de Eliane Ortega (Orán, 1954), una de las "informantes" con las que habló María Dueñas durante el proceso de documentación para saber de primera mano cómo fue la vida de aquellos inmigrantes. “He vuelto a mi infancia, he podido oler Orán, los perfumes de mi ciudad, oír los ruidos, las olas y el color del mar", describió durante la presentación de 'Por si un día volvemos' en Alicante. Esta mujer, que se define como "española de Argelia", es nieta de dos exiliados republicanos que fueron deportados a campos de concentración en Argelia, y ha dedicado parte su vida a recuperar la memoria de estas personas, entre 12.000 y 20.000, que buscaron refugio en la todavía colonia francesa. La historia de estos españoles está muy presente en el libro y marcará el destino de Cecilia, la protagonista.

Estos exiliados se suman a los españoles que, como ella, habían llegado a Orán huyendo de la miseria y del hambre. Pero también hubo una inmigración digamos más pudiente, que pudo invertir lo que tenían en su patria de acogida y vieron cómo sus negocios prosperaban. Es el caso de Bastos, que montó un imperio tabaquero, la destilería de anís Galiana y el dueño del gran hotel Martínez, todos ellos muy presentes en la novela.

"En la novela se ve muy bien cómo algunos españoles se suben a lo que en Francia llamamos 'ascensor social' y hay una segunda generación formada en la escuela francesa que sí logra el reconocimiento social, pero se convierten en Monsieur Martinez o Hernández", explica Carlos Galiana, otro de los "informantes" de María, con un fuerte acento francés. Su familia fue propietaria en Argelia de una conocida destilería de anís.

Estas nuevas generaciones abrazaron la cultura francesa y se mimetizaron con la población árabe, para crear una patria nueva con un lenguaje propio, el oranico, fruto de la fusión de las tres lenguas. Sin embargo, nada es perfecto y en esa relación aparentemente idílica, había una tercera pata, la autóctona, que sentía aplastada por la metrópoli y no tardaría en organizarse para reclamar su independencia, convirtiendo el país en un infierno.

"Nos tuvimos que ir de allí 1.100.000 europeos en apenas un mes, con un pánico difícil de explicar", explica otro de los "cómplices" de María Dueñas, Joseph Torroja, quien, a sus más de 90 años, recuerda como si fuera ayer aquel éxodo que rompió su vida bruscamente. "Había un promedio de unos 5.500 asesinatos por año, es decir,  17 o 18 asesinatos cada día. fue horrible", comenta visiblemente emocionado.

Joseph fue uno de los pasajeros que salieron en uno de los dos barcos que envió Franco a Orán para repatriar a los españoles que todavía permanecían allí. Era la última y única oportunidad, ya que el gobierno del general De Gaulle, en un intento vano de mantener una apariencia de normalidad, prohibió este tipo de 'rescates'. Joseph llegó a Alicante y encontró una ciudad que le recibió con los brazos abiertos, pero nunca olvidó la que considera su verdadera tierra. Él fue activista de la OAS, un grupo armado clandestino que se opuso a la independencia y que tiene también su presencia en la historia de María.

Los  'pied noirs', una identidad colectiva

"Escribo pura ficción, pero siempre con un trasfondo que tenga el mayor rigor posible", nos explica María Dueñas a un grupo de periodistas que hemos tenido la oportunidad de viajar a Alicante para conocer de primera mano esta apasionante historia sobre los llamados 'pied noirs' (pies negros),  un término despectivo con el que se apodó a los europeos que protagonizaron el éxodo de Argelia. "Ellos, al principio, no se siente identificados con él, pero acaban abrazando esa identidad colectiva", aclara la autora. El término parece que surgió de las botas negras que llevaban los militares franceses.


María Dueñas, junto a sus "complices" literarios durante la presentación de 'Por si un día volvemos' en Casa Mediterráneo, en Alicante. Son de izquierda a derecha, Carlos Galiana, Eliane Ortega y Joseph Torroja. (Foto: Javier Ocaña)

Los 'pied noirs' fueron muy mal recibidos en Francia, especialmente en Marsella, ciudad a la que pudieron llegar en aquella época un millón de repatriados. "Eran una carga y no les querían, estaban mejor sin ellos que con ellos", asegura. "Querían que se volvieran a Argelia y les hunden sus pertenencias en el mar, les reciben lo peor que pueden", una actitud que evoca, lamentablemente lo que está sucediendo ahora con los inmigrantes que tratan de llegar a Europa, huyendo del hambre, la miseria y la guerra.

Sin embargo, en España, especialmente en Alicante, les recibieron con los brazos abiertos. Se calcula que llegaron unos 300.000 exiliados y que fueron muchos los que se quedaron. De hecho, contribuyeron considerablemente al desarrollo económico de la zona, con su emprendimiento y experiencia comercial. Su historia está muy presente y hay incluso un monumento conmemorativo, en el paseo de la Explanada, regalo de los 'pied noirs' a la ciudad.  La escultura es obra del forjador alicantino Toni Marí y representa, a través de dos figuras, esa bienvenida solidaria.

Cecilia es mi abuela

No es difícil encontrar allí testimonios directos de esta historia tan poco conocida para la gran mayoría. Por ejemplo, el de María Gilabert, periodista de Casa Mediterráneo, un centro dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, cuyo objetivo es fortalecer los vínculos entre todos los países mediterráneos a través del diálogo, la cultura y el respeto, además del lugar elegido para la presentación de 'Por si un día volvemos'. "Cecilia es mi abuela", explica a ElPlural de forma casual al preguntarle qué le ha parecido el libro. No es su abuela en el sentido estricto, pero sí la representa. 

Su bisabuelo, Domingo Giménez, montó allí una fábrica de conservas y sintió tanto como propia esta tierra de acogida que se negó a salir de allí. "Fue el único de la familia que se quedó y está enterrado en el cementerio español de Orán", nos cuenta su bisnieta. Sus abuelos se sentían argelinos, españoles y franceses, las tres cosas a la vez. "Tenían una convivencia excelente con los árabes, a quienes trataban en su vida diaria", añade. Muestra de ello es que el cuscús forma parte del recetario tradicional de su familia, una receta transmitida desde entonces de generación en generación, elaborada al estilo argelino.

'Por si un día volvemos' es una novela dura y, al mismo tiempo, esperanzadora. María Dueñas ha sido capaz de retratar a una sociedad diversa y compleja, un relato que ha emocionado a sus protagonistas indirectos, las personas que vivieron de verdad en la antigua colonia francesa o sus descendientes. Con una tirada inicial de 500.000 ejemplares, algo no muy frecuente en el mundo editorial, llega al mismo tiempo a las librerías de España, en castellano y catalán, 18 países de América Latina y en EEUU. 

 

¿Se siente presionada por el éxito la escritora española que más vende? "No, me vuelvo a dejar la piel en cada libro y empiezo a trabajar desde cero, con las mismas ganas, sin pensar en condicionantes como si será número uno, se traducirá o cuántas semanas estaremos entre los más vendidos. Cada novela es un lienzo en blanco", resume.