Marcos Ana es el pseudónimo con el que se conoce a Fernando Macarro Castillo. Ana nació en Salamanca el 20 de enero de 1920 en el seno de una familia de jornaleros españoles. A los 16 años se alistó en las Juventudes Socialistas, al comienzo de la Guerra Civil Española. En esta guerra, luchó en el batallón de milicias llamado 'Libertad', perteneciente a las mismas Juventudes Socialistas. Trabajó como comisario político en la 44 Brigada Mixta y más tarde como instructor político de la juventud en la 8ª División del Ejército del Centro. Justo cuando acaba la guerra, es apresado por el bando franquista y condenado a muerte. Logró permanecer con vida pero estuvo 23 años en la cárcel, hasta 1961. Allíl fue escribiendo poemas bajo el pseudónimo de Marcos Ana y publicó  un libro al que tituló España a tres voces

Tras salir de la cárcel, se exilió en Francia y allí, el Partido Comunista, le ofreció establecer el Centro de Información y Solidaridad con España cuyo presidente de honor era Pablo Picasso. En París conoció a Vida Sender, hija de unos exiliados anarquistas, con la que tuvo un hijo que se llamó Marcos. Con la muerte del dictador Francisco Franco, regresó a España.

Una vez en su país escribió otros libros como Poemas de la prisión y la vida en 2011 o Vale la pena luchar em 2013. Recibió varios galardones, como la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo en el año 2009 o la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, concedida por el Consejo de Ministros. 

El homenaje de Extremoduro 

Extremoduro es un grupo creado por Robe Iniesta en Plasencia en 1987, 25 años después de que Marcos Ana saliera de prisión. El poema en el que se inspiró Extremoduro fue Decidme cómo es un árbol, que es un libro de memorias escrito en 2007. El poema reclama la libertad tras más de 20 años entre rejas. Escribía cohibido ''no puedo seguir: escucho los pasos del funcionario'', no le permitían escribir porque el franquismo era una fábrica de prohibición; cuánta más desinformación e incultura, mejor. 

Decidme como es un árbol,
contadme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros,
habladme del mar,
habladme del olor ancho del campo
de las estrellas, del aire.

Recitadme un horizonte sin cerradura
y sin llave como la choza de un pobre,
decidme cómo es el beso de una mujer,
dadme el nombre del amor
no lo recuerdo.

¿Aún las noches se perfuman de enamorados
tiemblos de pasión bajo la luna
o solo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mi rosa?

22 años, ya olvidé
la dimensión de las cosas,
su olor, su aroma,
escribo a tientas el mar,
el campo, el bosque, digo bosque
y he perdido la geometría del árbol.

Hablo por hablar asuntos
que los años me olvidaron.

No puedo seguir:
escucho los pasos del funcionario.

La canción con la que Robe Iniesta quiso hacer homenaje a Marcos Ana, se titulaba Te juzgarán solo por tus errores (yo no). Una canción distinta al rock que hacía la banda. Evoca los años del franquismo, como la represión llegaba incluso a las celdas donde perecían los presos políticos capturados por el régimen franquista. 

Su herida golpead de vez en cuando;
no dejadla jamás que cicatrice:
que arroje sangre fresca a su dolor,
y eterno viva en su raíz el llanto.

Si se arranca a volar, gritadle a voces
su culpa: ¡qué recuerde!
Si en su palabra crecen flores, nuevamente,
arrojad pellas de barro oscuro al rostro;
pisad su savia roja.
Talad, talad, que no descuelle el corazón
de música oprimida.

Si hay un hombre que tiene
el corazón de viento,
llenádselo de piedras
y hundidle la rodilla sobre el pecho.

Pero hay que tajar noche
– tajos de luz- para llegar al Alba
y acuchillad los muros de las heridas altas
y ametrallar las sombras con la vida
en las manos
sin paz,
amartillada.

Tengo más vidas que un gato:
me muero siempre, y me mato
un poco cada vez que muere
cualquiera de mis hermanos:
la hierba, ratones, las tías, los gitanos,
los peces, los pájaros, los invertebrados,
las moscas, los niños, los perros, los gatos,
la gente, el ganado, los piojos que mato,
los bichos salvajes, los domesticados,
y que pena, si mueres, de los pobres gusanos.

Tú arranca:
yo oigo gritar a las flores.
Allá tú con tu conciencia,
yo soy cada día más malo;
estoy perdiendo la paciencia.

Tú arranca,
yo aprendo como aguilucho.
Vuelo a un mundo imaginario
(No puedo seguir: escucho
los pasos del funcionario)