Lo que paga cada curso un estudiante de la universidad pública española es más de lo que pagaría en cualquier otro país de la Unión Europea, con las excepciones de Portugal, Holanda, Italia, Irlanda y el Reino Unido. La posición del sistema español de becas y subsidios a los estudios universitarios es más difícil de cuantificar, pero los datos disponibles indican que es uno de los más débiles entre los de los países europeos.

Está claro que los ciudadanos españoles pagamos los estudios de todos los estudiantes de las universidades públicas españolas, porque es el presupuesto del Estado el que financia la enseñanza. Pero cada estudiante se gasta un dinero determinado en sus estudios universitarios y el porcentaje que supone en el coste general es superior al de los países de nuestro entorno.

Un estudio realizado por el Observatorio Universitario de Cataluña, determina que los estudiantes universitarios españoles pagan, de media, entre el 19% y el 20% del coste de sus estudios. Este nivel de contribución es alto en términos comparativos con otros países de nuestra área cultural, especialmente teniendo en cuenta la inexistencia de becas-salario, el modesto nivel de las becas de estudios y su limitada cantidad.

No es nada fácil determinar cuáles son los costes de la docencia universitaria. Los costes globales presupuestados de cada universidad no son una buena estimación ya que incluyen la totalidad de los gastos de cada universidad, muchos de las cuales no se aplican a la docencia sino a otros fines (como, a la investigación). La ausencia de contabilidad analítica en las universidades españolas hace muy difícil una determinación precisa de los costes, y las pocas universidades que han intentado un cálculo preciso (como la Jaume I o la Autónoma de Barcelona), se han encontrado que no existe una metodología acordada, a nivel del conjunto del sistema universitario español, sobre cómo calcularlos.

Informe de la OCDE



¿Por qué estamos lejos de tener un panorama uniforme de precios y tasas universitarias? El sistema hasta ahora vigente en España procede “en cascada”: el gobierno central fija los umbrales mínimo y máximo del incremento del tanto por ciento anual (que toma como base el incremento interanual del IPC, más un incremento porcentual variable), y es cada comunidad autónoma quien establece los precios y qué nivel de aumento aplicará. Además, cada universidad puede decidir la incorporación y la cuantía de algunas tasas específicas.

Finalmente, si se considera el conjunto de España, lo que impera es una gran variabilidad en los precios de los estudios universitarios, sin una explicación clara de las variaciones observadas. Hay comunidades autónomas donde todos los estudios de grado tienen el mismo precio, y comunidades que los diferencian según el nivel de experimentalidad. La consecuencia es una fuerte variabilidad en los precios de los mismos estudios, cursados en diferentes territorios: en cuanto a los grados, la oscilación es prácticamente de 1 a 2, y en los másteres universitarios (“oficiales”) de 1 a 3.

La introducción de la nueva estructura de los estudios universitarios derivada de la implantación del Espacio Europeo de Enseñanza Superior en el año 2008 (EEES o “plan Bolonia”) modificó la terminología, la duración de los estudios, etc. y, por tanto, no son realidades directamente comparables, pero se puede observar que, para unos mismos estudios, la implantación del EEES ha supuesto un incremento de costes, respecto del anterior esquema de 1er + 2o ciclos, superior al 10%. En el caso de los estudios oficiales de máster, los precios mínimos han crecido un 43% por encima desde su implantación hace cinco años y se han acercado progresivamente a los másteres más caros. En conclusión, seguimos sin saber el precio real de lo que nos cuesta un universitario.