Sabemos que, en casi todas las familias las recetas de la abuela son sagradas y se siguen al pie de la letra, pero no siempre son las correctas. Ya te avisamos hace unos días que la paella no puede llevar gambas ni guisantes, pero ahora te dejamos otra alerta: si en tu casa cocináis la ensaladilla rusa con guisantes, lo estáis haciendo mal, y da igual que tu abuela diga lo contrario.

Lo sentimos por los guisantes, los parias de la cocina, pero tampoco están bien vistos en la ensaladilla rusa. Que sí, que es muy fácil abrir una lata y mezclarlos con las patatas y la zanahoria hervidas. O, peor aún, tirar de bote de Macedonia de verduras y mahonesa de bote. Pero a ese mejunje aguado no lo puedes llamar ensaladilla rusa.

Que no lo decimos nosotros, que lo dice el Observatorio Malagueño de la Ensaladilla Rusa y el Gazpachuelo (OMERG), donde tienen claro que la mejor ensaladilla rusa a la española -porque el plato tiene su origen en Rusia y lleva pollo- se come en Málaga.

En su página de Facebook dejan claro en un decálogo cómo tiene que ser la ensaladilla rusa perfecta. Tiene que estar “fría, no helada”, los ingredientes no tienen que haber sido congelados y del lugar y las patatas tienen que huir de las texturas duras y de las de “puré blandengue”.

Las normas llegan a la “bayonesa”, el nombre andaluz de la mahonesa: “Suave, equilibrada, con su color, no debe saber demasiado a aceite de oliva, pues enmascara el resto de los sabores. Por supuesto casera y de huevo (aunque sea pasteurizado). Hecha con limón se prefiere a la hecha con vinagre, aunque no es generalizado”.

Los ingredientes, muy clásicos, y sin guisante: patata, zanahoria, aceitunas -el único encurtido que se acepta- y algún tipo de túnido como son el atún, el bonito o la melva. Y, para bordarlo, algún marisco, a ser posible gamba. Y, al margen de la ensaladilla rusa, un pan en condiciones: “Es fundamental que sean picos o regañá, aunque un buen pan cateto no le va nada mal. Un pan chicloso puede estropear la degustación”.