El cambio climático está modificando qué plantas prosperan en los jardines. Los veranos más largos, secos y calurosos han puesto en duda la viabilidad de las hortensias, que hasta hace poco eran una apuesta segura para dar volumen y color. Cada vez más aficionados y profesionales coinciden en que su cultivo exige un esfuerzo que no siempre compensa: necesitan agua constante, sufren con las olas de calor y muestran signos de deterioro incluso con cuidados intensivos.
La hortensia, una flor sensible al calor y a la falta de humedad
Las hortensias están adaptadas a ambientes frescos y húmedos, por lo que las temperaturas extremas las ponen al límite. Ni el acolchado, ni los riegos profundos, ni la sombra parcial logran frenar el daño cuando las noches son cálidas y la humedad ambiental cae.
Aunque la sombra debería ser un aliado, el aire seco acelera la pérdida de agua de las hojas. Los riegos abundantes, en lugar de solucionar el problema, pueden ahogar las raíces. El exceso de humedad en el suelo provoca hongos y podredumbre, mientras que los riegos irregulares hacen que las flores caigan antes de tiempo.
Cómo responden al calor, al aire seco y al riego irregular
Las hortensias se enfrían gracias a la transpiración, pero en condiciones de viento seco y baja humedad pierden agua más rápido de lo que las raíces pueden reponer. El mantillo ayuda a estabilizar la temperatura del suelo y las mallas de sombreo reducen las quemaduras, aunque no pueden recrear el ambiente húmedo que necesitan.
Los sistemas de riego tampoco solucionan del todo el problema. El goteo hidrata el suelo, pero no la planta en sí, que sigue deshidratándose bajo el sol intenso. Además, los riegos frecuentes fomentan raíces superficiales, mientras que los ciclos largos y abundantes pueden asfixiar el sistema radicular.
Se han probado productos como humectantes, anti-transpirantes o telas reflectantes, pero los resultados son dispares y los costes altos. Cuando las noches dejan de refrescar, las plantas no logran recuperarse al amanecer.
Síntomas de estrés y errores habituales
Los primeros avisos aparecen en los bordes secos de las hojas, los pétalos descoloridos y los tallos que se doblan a mitad del día aunque el suelo esté húmedo. Los capullos dejan de desarrollarse y la floración falla. No se trata de una cuestión de fertilización, sino de estrés ambiental.
Ante esta situación, muchos optan por abonar en exceso o podar con fuerza, medidas que generan brotes débiles y más vulnerables. Incluso variedades presentadas como “más resistentes a la sequía”, como las paniculatas, acaban sucumbiendo en veranos prolongados y con baja humedad.
Alternativas más resistentes y adaptadas
Los datos de 2022 mostraron, según explican desde iStudiez Pro, un fuerte descenso de hortensias disponibles en viveros y retrasos en su recuperación. Los paisajistas reaccionaron rápido, sustituyéndolas por especies que ofrecen floración abundante con menos riego. Entre ellas destacan la lavanda, el ceanoto, la salvia rusa y diferentes gramíneas ornamentales.
En zonas con climas más frescos y húmedos la tendencia también avanza, porque los episodios extremos aparecen de forma puntual pero intensa. Allí, los bulbos permiten cubrir los huecos entre lluvias y los arbustos mediterráneos resisten mejor las sequías. Plantas que florecen al final del verano aportan color después de los meses más duros.
Los equipos de diseño de jardines resumen la estrategia con una frase: “Cultiva lo que prospera, no lo que sobrevive”. La clave está en jugar con texturas, movimientos y ciclos estacionales para mantener la sensación de frondosidad sin necesidad de rescates constantes.
Opciones para jardines y terrazas
Quienes busquen cabezas de flor similares a las de la hortensia pueden recurrir a equináceas, salvias o gauras, que aportan color y se combinan bien con gramíneas. Para macetas y balcones, los pelargonios y las verbenas ofrecen resistencia a la sequía y una floración prolongada.
En interior, nuevas variedades de plantas con flor permiten disfrutar de la misma sensación sin depender del clima exterior. El secreto está en ofrecerles luz, ventilación y cuidados constantes.
Elegir especies que encajan con el clima actual
Dejar atrás a las hortensias no significa renunciar a la belleza en el jardín. Significa adaptar las elecciones a las nuevas condiciones: menos agua, más calor y lluvias irregulares. En microclimas concretos aún es posible mantener algún ejemplar, pero el futuro pasa por dar espacio a especies capaces de resistir sin necesidad de rescates continuos.
Artículo original: «Say goodbye to hydrangeas : gardeners urgently advise stopping planting them, here’s why», de Rubila Rob, en iStudiez Pro.