Mazón en El Ventorro mientras la DANA ahogaba Valencia. Azcón de boda mientras las riadas destrozaban Aragón. Mañueco en Cádiz de vacaciones mientras arde Castilla y León. Ayuso en Miami de vacaciones mientras arde Tres Cantos. Lo que está sobrevalorado no son las vacaciones; lo que está sobrevalorado son ellos.

A los del PP no les pilla una sola catástrofe trabajando. No hay desgracia que no les sorprenda de fiesta o en la playa. Ningún presidente autonómico del PP ha salido corriendo para estar con su gente en una emergencia, porque la gente -su gente- no les importa nada. ¿Para qué sirven los gobiernos del PP en las comunidades? No saben gestionar. Ni la sanidad pública. Ni las riadas. Ni los incendios. Ni las residencias. Ni nada.

Castilla y León arde. Incendios activos y sin control. En las provincias de León, Avila, Zamora y Palencia. Varios de ellos con índice de gravedad dos. Miles de hectáreas calcinadas, pueblos desalojados, vecinos desolados, bomberos heridos y un paraje único, Las Médulas —Patrimonio de la Humanidad— arrasado por el fuego.

Mañueco ha aparecido después de tres días de incendios en Castilla y León. ¿Y hasta entonces dónde estaba? Pues seguía tan tranquilo de vacaciones en Cádiz. Y si el ministro Óscar Puente no hubiese denunciado su irresponsabilidad, Mañueco probablemente seguiría tomando el sol en la playa.

En esos tres días, el presidente del PP en Castilla y León solo publicó un mensaje sobre los incendios… acompañado de otro de propaganda del PP. El presidente que debía estar al frente de la coordinación, que día presidir el Cecopi desde el primer minuto, no lo hizo. En lugar de botas, mandaba tuits. En lugar de dar órdenes sobre el terreno, mensajes prefabricados a distancia. Solo la presión social y política le obligó a dar la cara. Tarde, muy tarde.

Su dejadez se suma a la de su consejero de Medio Ambiente, que se fue a Gijón el domingo, cuando la provincia de León ardía, para asistir al Día de León en la Feria de Asturias… y quedarse a comer. Lo justificó diciendo que tiene “la mala costumbre de comer”. No es broma. ¿De verdad un almuerzo institucional es más importantes que estar en el Puesto de Mando cuando tu tierra se quema? ¿De verdad?

Desgraciadamente no es algo que sorprenda. El consejero Suárez-Quiñones ya llegó a decir que “mantener el operativo de incendios todo el año es absurdo y un despilfarro”, y hasta culpó en su día a los ecologistas de los fuegos por “nuevas modas”. El PSOE de León y los sindicatos han denunciado no solo su ausencia física, sino los recortes: más de 400 guardias menos para agentes medioambientales y conductores. La ministra Margarita Robles advirtió ya en marzo de 2023 de la falta de planes de prevención. Nunca llegaron.

La dejadez del PP y su absoluto desinterés en este asunto no es nada nuevo, pero la ausencia en los momentos críticos lo agrava todo. Transmite un mensaje claro: el PP no está cuando más se les necesita. Se les llena la boca hablando de –“gestión ejemplar” y “compromiso con el territorio”, pero desaparecen siempre cuando llega la crisis.

Gobernar no es firmar papeles o enviar notas de prensa. Es estar junto a los vecinos que lo han perdido todo, escuchar a los bomberos que se juegan la vida, coordinar a quienes luchan contra reloj. Las Médulas no se apagan con tuits. Los incendios no esperan a que termine una comida institucional. La tragedia no se detiene para que un presidente disfrute de la playa.

Y luego está Ayuso, que hace lo mismo que Mañueco. Dice estar centrada en los problemas de Madrid, pero lo hace desde Miami. Mientras tanto, un incendio forestal en Tres Cantos ha calcinado más de 1.000 hectáreas y obligado a evacuar cientos de personas. La emergencia no solo ha generado preocupación por sus efectos, también ha reavivado el debate político: ¿cómo es posible que la presidenta esté de vacaciones mientras su comunidad arde?

Por cierto, los bomberos forestales de Madrid llevan desde marzo advirtiendo que la falta de recursos y la precariedad de sus plantillas tendrían consecuencias este verano. Están en huelga reclamando mejoras salariales -1.300 euros al mes, con los sueldos congelados desde hace más de diez años-. Ayuso los ignoró. Pero hoy, mientras ellos se juegan la vida, ella está en Miami.

Esto no es un fallo puntual. Es un patrón. Durante la DANA que dejó miles de damnificados y más de 200 muertos, Mazón estaba en El Ventorro. Desde entonces, los valencianos han convocado nueve manifestaciones pidiendo su dimisión. Pero sigue en el cargo, respaldado por Feijóo y por Abascal.

En Aragón, fueron lluvias torrenciales anunciadas con días de antelación las que descargaron con toda la fuerza. ¿Y dónde estaba Azcón? En Menorca. No era la primera vez: ha pasado media legislatura más pendiente de Génova que de su tierra.

En Murcia, durante los disturbios racistas en Torre Pacheco, el presidente López Miras no apareció. Ni para calmar los ánimos, ni para condenar los ataques. Tardó cuatro días en pronunciarse, cuidando no incomodar a Vox.

En Andalucía, Moreno Bonilla presume de “buena gestión” mientras más de dos millones de personas esperan atención sanitaria. Niños sin operar, diagnósticos que no llegan y muertes por falta de atención. Todo en un contexto de recortes, privatizaciones y desvío de fondos públicos a clínicas privadas. Eso sí, con mucha propaganda y sonrisa para la foto.

El patrón es evidente: cuando surge un problema, los dirigentes del PP se esconden. No creen en el servicio público. Gobernar, para ellos, no es estar con la gente; es protegerse, repartirse el poder y buscar la foto.

Votar al PP perjudica la salud, la convivencia, la igualdad y hasta la esperanza. Porque mientras ellos celebran cenas privadas, la gente se inunda, los hospitales colapsan y los discursos de odio se normalizan.

Y lo más grave: no hablamos solo de incendios, tormentas o tensiones sociales. Hablamos de un modelo que falla siempre en las emergencias. Un modelo que borra del mapa a quien debe dar la cara. Lo único seguro, si el PP gobierna, es que cuando más lo necesitemos… no estará.

En momentos de crisis, la ciudadanía espera líderes que den la cara. No para posar al día siguiente, sino para escuchar, decidir, coordinar. Esa es la esencia del servicio público. Y eso es lo que el PP, en demasiadas comunidades, ha olvidado por completo.

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