Un año más las herramientas de bricolaje han vuelto a ser uno de los regalos más entregados por los Reyes Magos. A los españoles nos chifla hacer de aprendiz de fontanero o de electricista. Y no es por lo de ahorrarnos la factura de estos indispensables profesionales. Es por la enorme afición a solucionar personalmente las reparaciones domésticas y los remiendos caseros.

Aunque para ello cometemos el mayor de los despilfarros comprando todo tipo de utensilios y maquinaria: desde el taladro de última generación a la pistola selladora más perfecta del mercado. Unas adquisiciones de la que nos arrepentiríamos si a final de año echáramos cuentas de las veces que las hemos utilizado y calculáramos a cuanto nos ha salido cada uso.

Por eso en algunos países europeos las herramientas de bricolaje y mantenimiento del hogar suelen estar mancomunadas. Los vecinos elaboran un presupuesto comunitario y se compran las herramientas necesarias para atender a las demandas más comunes: una unidad de las que tienen un uso menos frecuente; un par o tres en el caso de las de las más corrientes.

Una vez ordenadas y marcadas junto a un cartel de avisos se instalan en un cuarto de la escalera o el garaje para que queden a disposición de todos los vecinos. Cuando uno coge el taladro, por ejemplo, avisa a los demás mediante una nota y al acabar lo reintegra a su lugar. Una forma coherente de afrontar los gastos del hogar que puede ir más allá de los utensilios de bricolaje.

En muchas ciudades europeas la lavadora y la secadora son asimismo de uso comunitario. Los vecinos habilitan un espacio comunitario para situar tantas lavadoras y secadoras como sean necesarias. De ese modo se consigue agrupar y reducir la demanda eléctrica de cada vivienda.

Una electricidad que puede generarse a partir de energía limpia y renovable mediante una pequeña instalación fotovoltaica que abastezca directamente al cuarto de los electrodomésticos. Un ejemplo de sensatez que redunda en beneficio de la economía de las familias y contribuye al cuidado del medio ambiente y la mitigación del cambio climático.

Tan solo se trata de poner de acuerdo voluntades e intereses vecinales para recortar el gasto asociado a los electrodomésticos del hogar y razonar el uso de las herramientas que puntualmente vamos a necesitar.