Hay quienes están intentando dar marcha atrás en buena parte de los pasos que poco a poco hemos ido dando en las últimas décadas para curarnos ese machismo endémico que tenemos los españoles. Porque el nuestro es un machismo más agravado que el de otros países de nuestro entorno como consecuencia de décadas de dictadura.

Si hasta hace poco el machismo era algo que muchos disimulaban por vergüenza, ahora hay cada vez más gente, más gentecilla, gentuza, que ostenta su caspa porque se ha puesto de moda el hedor a rancio.

Lo han puesto de moda los mismos que criminalizan a los inmigrantes pobres, los mismos que quieren recortar derechos laborales y cualquier otro derecho que beneficie a las clases más humildes, los mismos cuya única forma de hacer política es sembrar mentiras y odio.

Los partidos ultras y los de los peleles dispuestos a cualquier cosa para llegar al poder han puesto de moda ser mala gente. Partidos impulsados, aplaudidos o creados por poderes económicos a los que les importa bien poco que retrocedamos en el tiempo, que revivamos las etapas más oscuras de nuestra historia, si eso se traduce en ganar mucho más dinero.

Y para colmo, las mismas empresas que hoy cercenan la libertad de expresión e información censurando contenidos que su algoritmo considera que no debemos ver permiten la publicación de vídeos con proclamas racistas, xenófobas y homófobas a la vez que anuncios donde se invita a cometer delitos comprando un aparato para tener a las mujeres vigiladas sin que lo sepan. Publicidad machista hasta la repugnancia que podemos ver nada menos que en TikTok y que resultaba inimaginable hace unos años, cuando empezamos por fin a hombres protagonizando anuncios de productos para la limpieza.

Hasta 1975, en España las mujeres necesitaban el permiso del marido para abrir una cuenta bancaria o administrar sus bienes. Y ahora, 50 años después, hay quienes se atreven a decirnos que si las mujeres cogen el coche, hay que colocarles sin que lo sepan un dispositivo electrónico para averiguar dónde van, no vaya a ser que, por ejemplo, decidan sustituir a su maltratador por una persona que no dé asco.

Y digo sustituir a su maltratador porque solo uno de esos seres llegaría al extremo de cometer un delito para vigilar a su pareja. Lo digo porque un anuncio que hable de “cazar” a “mujeres infieles” colocándoles ilegalmente un dispositivo de geolocalización solo puede estar dirigido a maltratadores. O a maltratadores en potencia. Que si tu mujer te pone los cuernos, igual es culpa tuya, suya o de los dos, pero cometer un delito como ese para averiguarlo es el punto de partida para convertirte en el tipo de persona que todos debemos tener bien lejos. Esa peligrosa línea roja que ninguna persona decente debería atravesar.

Súmate a

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio