La resiliencia es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Es esa fuerza que reserva la persona para salir a flote en escenarios muy duros y lograrlo además con normalidad y afán de superación. Es ese poder de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro y la forma en la que, en circunstancias difíciles, se desarrollan recursos antes latentes.

Para Susana Díaz fue un auténtico trauma ganar las elecciones autonómicas y, al mismo tiempo, ver como el camión de las mudanzas desalojaba San Telmo para hospedar a dos fuerzas perdedoras pero aupadas con el apoyo de la extrema derecha.

Por muy fuerte que sea, por mucho recorrido que se tenga en política, ganar y no gobernar debe ser horrible… y para Díaz lo fue. Perder el poder genera un shock a quien lo ejerce pero que se evapore ganando se asocia a lo funesto por lo que implica de pérdida inicial y de ausencia y luto posterior. Ejercer de “Ex” cuando se ha sido la máxima “Yo” y se deje de ser la alta mandataria de un inmenso poder como es el de la Junta de Andalucía no es un tránsito fácil de asimilar salvo que se posea un espíritu luchador, un talante inconformista y se esté hecha de una madera especial.

Tras la fatídica noche electoral del 2 de diciembre Díaz comenzó una fase de reflexión en paralelo con cierto luto comprensible. Luego vino la reflexión más personal que en colectivo. Más tarde propició con visitas internas a provincias el análisis y ahora, desde hace unos pocos días, ha comenzado su retorno. Una frase atribuida al líder histórico de la Democracia Cristiana italiana, Giulio Andreotti -“el poder desgasta, sobre todo cuando no se tiene”- es un axioma al que ya ha retado la expresidenta de la Junta. Ya ha cogido su “carretera y manta” particular y afronta su nueva situación no solo en actitud resistente, sino resiliente, asumiendo con normalidad el nuevo status, el de jefa de oposición, pero inyectando en su discurso y en su actitud altas dosis de superación.  

Este fin de semana, Susana Díaz ha vuelto al ruedo con gira pública por distintos pueblos de Andalucía y este medio pudo conversar con ella en el municipio malagueño de El Borge y percibir su estado que resumimos en posición de asunción de lo ocurrido, metabolizado los daños, analizados los pasos a seguir y diseñada la estrategia.

No vimos una Susana Díaz enrabietada sino serena, no apocada sino entusiasmada, no deprimida sino con perspectiva de superación, lejana de la “reconquista” pero anexada a la “remontada”. No la percibimos con mentalidad egoísta de “dejarse la piel” en la estrategia de recuperación del Gobierno andaluz (ya llegará esa fase), sino que ahora cree que le toca volcarse con Pedro Sánchez para aportarle desde el Sur el mayor número de diputados que lo devuelvan a La Moncloa. Ese objetivo y que el mapa andaluz se llene de chinchetas rojas-pantone-magenta PSOE en muchos pueblos tras el 26 de marzo es el que le preocupa y le ocupa.

Y en lo personal, confidencias incluidas, se la ve alegre y con ganas, con fuerza e ilusión. “Está haciendo política” y animando e impulsando a los militantes a remar junto en los objetivos de ganar todo lo que en clave de urna se ponga por medio.


Susana Díaz en El Borge (Málaga)

En El Borge malagueño y axárquico lloró “con lágrimas de sinceridad” recordando a un amigo y compañero alcalde y abrazando y dando cariño a su familia. A su doble familia porque ella es de la cultura de que su partido y sus militantes forman parte de su familia, es su hábitat natural. Díaz sabe que espera tiempo (mucho o poco, ya se verá) alejada del poder institucional (que es el real). Es consciente de que los “Days of Wine and Rosesestá solo aparcados y no abandonados y que ahora se halla en una nueva etapa en la que “hay que seguir haciendo política” de otra manera, de otra forma, sin el poder del BOJA y San Telmo al fondo. Superada la inicial fase de rabia y perplejidad Susana Díaz ha vuelto para hacer lo que le gusta: “Política” y para acercarse a la realidad desde una posición distinta pero no diferente del compromiso de sus ideales… y se la ve alegre, muy alegre en su nuevo cometido.

Y es que gracias a la resiliencia no solo se es capaz de afrontar duras crisis, sino que también se puede salir fortalecido de ellas. Lo dicho, tras la resistencia Susana escribe su “Manual de Resiliencia”.