Capítulo siete. Y no, no soy yo, Iker Jiménez, pero sí que os voy a hablar de un fenómeno paranormal: machistas convertidos en líderes del feminismo, líderes de opinión. Porque a raíz del caso Paco Salazar, del caso del alcalde de Algeciras, del Partido Popular, o del caso del presidente de la Diputación del Partido Socialista, hemos visto de plató en plató, de redacción en redacción, incluso en los partidos políticos, auténticos líderes de opinión y lideresas sobre el feminismo. Los mismos que nunca abrieron la boca, los mismos que nunca nos han acompañado cada 8 de marzo o cada 25 de noviembre, los mismos que algunos siguen negando la violencia que nos mata, la violencia de género, la violencia que nos mata por el hecho de ser mujeres y que son cómplices muchas veces con su silencio y con su apoyo por detrás y algunos por delante de ella.
Pero esta semana todo ha cambiado y todo cambiado, porque esta vez los cerdos y los machistas estaban en la izquierda, estaban en el Partido Socialista. Ya lo vivimos hace un tiempo con Íñigo Errejón y ahora lo hemos visto con el presidente de la Diputación de Lugo y con Paco Salazar. Y cuando los cerdos llevan una camiseta roja, cuando los cerdos son de la izquierda, la derecha revive, la derecha se inspira y la derecha disfruta, y no disfruta por condenar lo que sufrimos las mujeres, que es el acoso, la violencia sexual, las agresiones, el acoso machista, los insultos machistas. No, no, no quiere estar de nuestro lado, quiere estar contra ellos, pero no por machistas, sino por rojos.
Y el problema es que las mujeres lo llevamos mucho tiempo diciendo: nos da igual el origen de nuestro agresor, nos da igual la ideología de nuestro agresor, nos da igual quién es nuestro agresor, nos importa la agresión y eso es lo que queremos que los hombres y las mujeres denuncien. Que los hombres de la derecha denuncien, los mismos que despedían a un consejero hace no mucho en Galicia, en esa misma tierra del presidente de la Diputación, un consejero como fue Alfonso Villares, denunciado por agresión sexual por Paloma Lago. Entre lágrimas, con esas palabras del señor Rueda, presidente de la Xunta de Galicia, que decía que era un buen compañero. Esos mismos que abrazan a machistas como Jaime de Losantos, que llama prostituta a un analista, o esos mismos de los del volquete de putas, o esos mismos que nunca les ha importado ni siquiera de la mismísima Nevenka Fernández que ahora quieran hacerse los héroes.
No necesitamos héroes, necesitamos ayuda. Ayuda para erradicar el machismo de las instituciones, ayuda para acabar con el machismo cómplice que nos acosa no solo en nuestro puesto de trabajo, sino en las calles, sino en los puestos de los que nadie quiere hablar en la televisión, que algún machista todavía hoy no ha salido a la luz, no sé si por los cómplices que intentan guardarle el puesto, los que tienen miedo o los que, como siempre, al feminismo y a las mujeres nos han dado una patada. Arrinconarnos en una esquina, que es donde nos quieren tener.