Este Gobierno se explica mal. La destitución fulminante del Coronel de la Guardia Civil, Pérez de los Cobos, ha sido un desastre comunicativo por esa política de buenismo que ha impuesto Pedro Sánchez a su gobierno y a él mismo. Marlaska debería haber hablado con claridad desde el primer momento y se habría ahorrado estos últimos días de ataques a su persona y enaltecimiento del profesionalmente fallecido coronel de la benemérita.

Que Pérez de los Cobos estuviera al frente del equipo que investiga la gestión del Gobierno en la crisis del Coronavirus, era, debería haber dicho el ministro, un motivo de tranquilidad para el ejecutivo. No olvidemos que el Coronel cesado consiguió, al frente del dispositivo del referéndum del 1 de octubre en Cataluña, un éxito rotundo de los grupos independentistas. Su gestión fue tan brillante que permitió que miles de urnas llegaran sin ningún problema a su destino, que millones de papeletas fueran imprimidas y repartidas sin el mínimo contratiempo, que se abrieran la inmensa mayoría de los colegios electorales de forma puntual y que el movimiento independentista obtuviera su mayor reconocimiento internacional.

Y, no contento con lo anteriormente descrito, logró que la imagen de esa España que tanto ama y defiende el militar que nos ocupa, perdiera en una mañana de desmesuradas, innecesarias y cruentas cargas policiales, el reconocimiento de estado democrático y de derecho que tantos esfuerzos y tragabolas nos había costado. Si bien es cierto, que esa guerra nunca había sido una prioridad para él.

Por lo tanto, el motivo del cese del Coronel  en modo alguno puede ser la investigación que estaba dirigiendo. Teniendo en cuenta el historial de Pérez de los Cobos, las consecuencias de su informe judicial hubieran sido lo contrario de lo que perseguían y, muy probablemente, habrían acabado con el reconocimiento de la acción del Gobierno como modelo a seguir en futuras pandemias y la concesión a Fernando Simón del premio Nobel de Medicina.