No tuvo dudas en contestar Pedro Sánchez este domingo a las preguntas como ráfagas de metralleta de la periodista Ana Pastor, y salió indemne de un difícil bucle de cuestiones impuestas en estas dos últimas semanas por la oposición y poco trascendentes en su mayor parte.  Y es que el PP y Ciudadanos saben que los árboles no dejan ver el bosque y eso les beneficia. Así que se han dedicado a gastar cámara y tinta con el asunto de la tesis doctoral del presidente del Gobierno, aun sabiendo que no iba a llegar a nada, pero por desgastar. Y desviar la atención sobre otros asuntos como la cita judicial del líder popular Pablo Casado por su presunto máster. “No tienen iniciativas políticas y por eso van a lo personal”, resumió Sánchez poniendo sin duda el dedo en la llaga.

En ese sentido, populares y ciudadanos disponen de mucho tiempo libre que dedican a estudiar la mejor manera de obstaculizar, difamar y devaluar la imagen de su oponente. La verdad no importa, y el país tampoco. Sin perdonar ni una. Sánchez tuvo que remitirse a que la venta de las bombas a Arabia Saudí era cosa del Gobierno de Rajoy, aunque se intuyó que había obrado obligado por las circunstancias y que hubiera preferido otra situación. Dentro de la humildad numérica de la situación del PSOE en el Congreso de los Diputados, el presidente manifestó su intención de apostar por mejorar el empleo de los jóvenes, garantizar las pensiones con arreglo al IPC, implantar el diálogo con el Govern de Cataluña o intentar que los presupuestos generales salgan adelante... De la mejor manera posible y pese a quien pese.

Se ve que Sánchez ha madurado en estos cien días al frente del país, o se ha vuelto más cauto, de ahí que no descarte que en el caso de no tener apoyos deba adelantar las elecciones. La prudencia es el bastón de la sabiduría; se ha hecho mayor. Ha mostrado una imagen solvente y sensata. Lejos de la del huidizo Rajoy, que nunca se atrevió a ir a El Objetivo ni a ningún otro “territorio hostil” en televisión, o de la de Aznar, con su aire constante de perdonavidas.

Mucho se ha subestimado al PSOE y al propio Sánchez, pero hoy sigue encabezando las encuestas, mientras el PP baja, con un Pablo Casado que se echa al monte pidiendo un 155 permanente para Cataluña, y Ciudadanos sube a golpe de bandazos, atacando la tesis del presidente, pero cambiando tres veces en una semana el currículum de Albert Rivera.

El Sánchez de siempre resurgió con su empeño en que la subida del IRPF afecte a aquellos que perciban rentas superiores a los 140.000 o 150.000 euros. “La gente rica no paga IRPF”, dijo.  De ahí que el presidente deba tener cuidado, pues tras esta declaración ya podemos asegurar que a la gente rica no le gusta Sánchez.