Hace unos meses participaba en México de los encuentros del ciclo Escribidores, que organizan en las dos orillas del idioma la Cátedra Vargas Llosa. Sucedía en Ciudad de México, en la Universidad de la Libertad, y bajo el tema “El español, un idioma que crece y se transforma”. Entre los asuntos que llevé a debate estaba el uso o mal uso, o el uso malintencionado-desde el punto de vista político y conceptual-del término “latino”, o “latinoamericano”, frente a los términos y conceptos “hispanoamericano” e “iberoamericano”. Ni siquiera queda claro si, como se ha venido diciendo, el concepto sea un término creado por los franceses, durante el reinado de Napoleón III y su invasión de México, que terminó con la derrota del emperador títere francés Maximiliano, frente a las tropas del mexicano Benito Juárez. Un interesante estudio de Enrique Ayala Mora, profesor de Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar en Ecuador, apunta a fuentes documentales en las que se solapa ese término achacado a los franceses para denostar lo español, y ahora utilizado por las élites supremacistas norteamericanas de Trump para lo mismo, en un sacerdote chileno llamado José Ignacio Eyzaguirre Portales.

Lo que sí está claro es que fueron los franceses los que acuñaron el término y lo usaron como arma política de borrado histórico en su beneficio. Dice el profesor Ayala Mora que “quien más contribuyó a la divulgación internacional de esta diferenciación fue Michel Chevalier, que, en sus "cartas" establecía una contraposición entre "anglo-americanos" e "hispanoamericanos". En 1835, decía: "El principio republicano ha producido los Estados Unidos, pero él ha engendrado también esas miserables repúblicas de la América Española". En su última carta, escrita desde Nueva York, insistía: “Parece, pues, que los angloamericanos serán llamados a continuar directamente, sin ninguna intervención exterior, la serie de los progresos que la civilización a la cual pertenecemos ha cumplido siempre desde que dejó el viejo Oriente, su cuna. Es un pueblo que tendrá descendencia, aunque, tal vez, tal tipo que allí domina hoy deba ser eclipsado pronto por otro; en tanto que los hispanoamericanos parecen no ser más que una raza impotente que no dejará posteridad, a menos que, por uno de esos desbordes que se llama conquistas, una ola de sangre más rica, venida del Septentrión o del Levante, no llene sus venas empobrecidas.” Chevalier fue el artífice de tamaña patraña política, que ha arraigado incluso entre los españoles e hispanoamericanos, desnaturalizando que, quienes son los verdaderos americanos, son ellos, y no los que, desde el norte, exterminaron, no se mezclaron, segregaron y siguen sin hacerlo hoy.

Frente a todo eso, y con todos los problemas que suponen el choque de dos culturas, y que no se pueden analizar desde la trama de contemporizar hoy conceptos que no pertenecían al siglo XV o XVI, la malfamada Malinche, considerada traidora para algunos, fue en realidad, la madre del mestizaje hispanoamericano donde se siguen conservando hoy comunidades precolombinas, con su lengua, cultura, ritos, etcétera. La propia reina Isabel de Castilla, malfamada por la leyenda negra española de la Inquisición- cuando en Francia se quemaron más personas que en España y América juntos, empezando por los templarios y sus familias-, dice y deja recogido en documentos de las Crónicas reales “no quiero esclavos, sino súbditos”, cuando Colón le habla de las gentes del nuevo continente. Se recogen en las llamadas “leyes de Burgos”, de 1512, y se preservan la libertad de los indígenas. Frente a estas leyes españolas, los holandeses y portugueses, primero, y después los ingleses y franceses, comienzan a secuestrar y traficar con personas, como esclavos, especialmente provenientes de sus colonias en África creando el negocio de la esclavitud.

Con enorme alegría recibimos la noticia de la nominación al Óscar de la primera actriz trans en la española Karla Sofía Gascón. Sin embargo, su director, el francés Jacques Audiard, director de la película Emilia Pérez, acaba de desatar una polémica propia del siglo XIX y su compatriota Chevalier tras unas declaraciones sobre el idioma español y los hispanohablantes, asegurando que “el español es un idioma de países emergentes, de países modestos, de pobres y de migrantes”. Además de un clasismo impropio de alguien a quien se presupone culto, que dirige una película ambientada en Hispanoamérica-y que ya criticaron antes de estas declaraciones nuestros hermanos mexicanos por los tópicos y desconocimiento de su cultura que manifiesta-, es de una ignorancia superlativa. Yo adoro la cultura francesa, especialmente algunas de sus escritoras como Marguerite Duras o Yourcenar pero, este señor debería saber que, mientras su idioma lo hablan en el mundo unos setenta y siete millones de hablantes nativos, el español es hablado por más de seiscientos millones. No vamos a entrar en lo que esta cultura, la española, ha aportado a la humanidad entre escritores, con la creación de la novela moderna por el español Cervantes, pintura, Velázquez, Murillo, Goya, Picasso-que él cree que es francés-, al cine, Buñuel, Berlanga, Almodóvar, etc., etc., etc.

Lo más triste de todo es que alguien que se supone de la cultura la desprecie, como diría Machado: “desprecia cuanto ignora”, aunque algunas de las personas más deleznables, retorcidas y necias que he conocido pertenecen al mundo de la universidad, la literatura y la cultura… ese es otro tema…La postura y declaraciones del señor director de cine francés sólo pueden responder a dos razones no incompatibles entre sí: o una estupidez congénita, lo que el dramaturgo Jardiel Poncela ha inmortalizado en una de sus obras de teatro afirmando “nació gilipollas y tuvo recaídas”; o una maldad malintencionada, enajenada de ese neocolonialismo malentendido y anacrónico que algunos todavía tienen larvado como el tumor de un clasismo que puede retrotraernos a los peores momentos de nuestra historia. No sé a qué se espera para hacer un comunicado enérgico desde la Real Academia de la Lengua española, del gobierno de España, o de quien competa...

Sea como fuere, servidor no piensa ver su película, sintiéndolo mucho por Karla Sofía Gascón, y espero y deseo que no se lleve ni un solo premio y a ser posible sea descalificada de sus trece nominaciones. No digo yo que le desee mal pero como decía mi abuela: “si estuviera de dios” …Quien siembre tormentas que recoja tempestades.