El cáncer de mama no espera. Tampoco debería esperar la sanidad pública que se supone que lo combate. Sin embargo, en Andalucía, cada vez más mujeres denuncian retrasos inadmisibles en pruebas que pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
La propia Junta de Andalucía ha reconocido fallos en el programa de detección precoz, aunque los llama “limitaciones puntuales en el circuito asistencial”. Pero no hablamos de incidencias menores: hablamos de mujeres que han esperado meses, incluso un año entero, para repetir una mamografía o recibir una ecografía que confirmaba un tumor. Un año en el que el cáncer avanzaba sin control.
La Asociación de Mujeres con Cáncer de Mama de Sevilla (AMAMA) recibió en un solo día las llamadas de 20 mujeres indignadas y asustadas por los retrasos. Muchas se encontraron con que nadie las llamó tras su primera mamografía porque el informe “no era urgente”. Solo cuando volvieron dos años después, para hacerse la revisión establecida, supieron que necesitaban pruebas complementarias. Y esas pruebas confirmaron lo peor.
La Cadena SER ha recogido testimonios estremecedores: pacientes que esperaron meses para una mamografía complementaria que confirmó la presencia de un tumor. Mujeres atrapadas en la incertidumbre, sufriendo no solo la amenaza de la enfermedad, sino también el abandono de un sistema que prometía cuidarlas.
El Defensor del Paciente ha sido contundente: lo ocurrido es una dejación de funciones que pone en grave riesgo la salud de las mujeres. Tanto es así que ha pedido a la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que investigue al Servicio Andaluz de Salud. “Cuando se pone en marcha un programa de detección hay que cumplirlo sin excusas”, subraya. Porque cada retraso agrava la enfermedad, aumenta el sufrimiento y eleva los costes de la sanidad pública.
El Defensor del Pueblo Andaluz también ha recibido quejas, sobre todo relacionadas con demoras en las intervenciones quirúrgicas tras el diagnóstico. Una vez más, se repite la misma historia: pacientes que esperan demasiado y un gobierno autonómico que minimiza los hechos hablando de “casos puntuales”.
Pero los datos son claros. En el Hospital Reina Sofía de Córdoba hay más de 200 personas en lista de espera oncológica. En el Regional de Málaga, más de 100. Según el PSOE de Andalucía, en el último año la lista de pacientes que esperan iniciar tratamiento ha crecido un 48%. Y los que llevan más de dos meses esperando se han disparado en un 110%.
Aquí aparece la contradicción más dolorosa. En 2018, Juan Manuel Moreno Bonilla prometió “demora cero” para los pacientes con cáncer. Lo presentó como un compromiso con la vida. Hoy, siete años después, los hechos le desmienten. No solo no se ha cumplido la promesa: la situación es peor que nunca.
El verano pasado, la realidad quedó retratada en el Hospital Punta Europa de Algeciras. Allí, 150 pacientes en pleno tratamiento de quimioterapia fueron obligados a desplazarse a otros centros porque no había oncólogos suficientes. Personas vulnerables, sometidas a terapias durísimas, obligadas a recorrer decenas o cientos de kilómetros para continuar con su tratamiento.
Casos similares se repiten por toda Andalucía. En Huelva, 800 TAC oncológicos pendientes en el Hospital Juan Ramón Jiménez, con retrasos de hasta dos meses. En Jerez, desde marzo no se piden nuevos TAC porque no hay dinero para derivaciones. En Málaga, una unidad de quimioterapia terminada hace meses sigue cerrada porque no hay personal ni equipamiento. Todo mientras pacientes se hacinan en espacios provisionales, sin intimidad ni condiciones adecuadas.
La falta de planificación es evidente. La Sociedad Andaluza de Oncología ha advertido que solo en la provincia de Cádiz habrá casi 8.000 nuevos diagnósticos de cáncer en 2025. Sin embargo, la plantilla de oncólogos en muchos hospitales nunca está completa. Resultado: saturación, fuga de profesionales y listas de espera interminables.
La falta de planificación es evidente. La Sociedad Andaluza de Oncología ha advertido que solo en la provincia de Cádiz habrá casi 8.000 nuevos diagnósticos de cáncer en 2025. En Sevilla se prevén unos 12.000 casos ese mismo año, y en toda Andalucía la cifra total supera los 52.000 diagnósticos. Sin embargo, la plantilla de oncólogos en muchos hospitales nunca está completa. Resultado: saturación, fuga de profesionales y listas de espera interminables. Los servicios están desbordados, no por falta de pacientes, sino por falta de personal sanitario suficiente para responder a una demanda creciente.
Y los incumplimientos se acumulan. Moreno Bonilla anunció en 2022 que adelantaría el cribado de cáncer de mama a los 40 años. Tres años después, esa medida no se ha puesto en marcha. Más de 12.000 mujeres entre 45 y 50 años no han recibido su mamografía preventiva pese a pertenecer a un grupo de riesgo.
Mientras tanto, las listas de espera para reconstrucción mamaria superan en algunos casos los 900 días. Nueve cientos días para una operación que debería ser parte del proceso de recuperación integral de la mujer. ¿Cómo puede el gobierno andaluz hablar de compromiso con la salud femenina cuando ofrece semejante trato?
Son muchos los testimonios que retratan este desastre. Una paciente con cáncer de útero en Marbella que esperó más de 120 días para una cirugía urgente. Una gaditana con un tumor en la vejiga que recibió cita seis meses después. Un hombre en Córdoba que interrumpió una rueda de prensa para denunciar que llevaba un año esperando una biopsia. O el caso más duro: un paciente de cáncer de pulmón en situación terminal porque su TAC llegó tarde.
Nada de esto es casual. El deterioro de la atención oncológica es la consecuencia de años de abandono de la sanidad pública. Moreno Bonilla ha recortado, ha desviado recursos hacia lo privado y ha convertido cada promesa en propaganda vacía. Las derivaciones a clínicas privadas han aumentado, no como complemento, sino como parche a un sistema público que ya no da abasto. Lo que debería ser un derecho universal, se convierte así en una carrera de obstáculos donde quien tiene recursos puede pagar por adelantar su diagnóstico o tratamiento, mientras el resto espera. Y en oncología, esperar es una sentencia. Lo que llaman “limitaciones en el circuito” no son errores técnicos: son decisiones políticas con consecuencias humanas.
El deterioro de la atención oncológica es la consecuencia de años de abandono de la sanidad pública. La Junta ha recortado, ha desviado recursos hacia lo privado y ha convertido cada promesa en propaganda vacía. Lo que llaman “limitaciones en el circuito” no son errores técnicos: son decisiones políticas con consecuencias humanas.
Los datos de los sindicatos lo confirman: Andalucía supera la media nacional en cinco de las seis principales causas de muerte, incluido el cáncer. No es un accidente, es el resultado de un modelo sanitario que no prioriza la vida, sino el ahorro y la apariencia.
La pregunta es inevitable: ¿puede Moreno Bonilla mirar a la cara a quienes esperan un diagnóstico, una prueba o una operación mientras presume de gestión? ¿Puede dormir tranquilo sabiendo que su promesa de “demora cero” se ha convertido en demoras mortales?
El cáncer no espera. La salud no espera. Andalucía tampoco debería esperar más. Cada retraso, cada negligencia, cada excusa burocrática es una herida abierta en el sistema sanitario público. Y esa herida sangra vidas.
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