Con todo lo que en los últimos meses se ha hablado de chistorras y del lenguaje con el que Ábalos y Koldo presuntamente se referían a sus mordidas, sorprende el poco espacio que los medios de comunicación conservadores han dedicado a la trama de corrupción de Almería. No es un sitio cualquiera: estamos hablando del epicentro del Partido Popular en Andalucía, de su feudo, de su granero de votos.
Pues bien, las conversaciones que se han conocido esta semana son realmente vergonzosas. Hablan de tallas en función de lo que robaban o dejaban de robar. Hablan de piñatas, hablan de dientes e incluso dicen que “su polla no paraba de maquinar” para robar. En lo peor de la pandemia robaban a manos llenas, incluso de los muertos, porque hasta sacaban comisión de unas obras realizadas en un cementerio de la provincia de Almería.
Y sorprendentemente, Moreno Bonilla parece que no se enteró de nada. Algo que no es verdad. Este periódico lleva publicando informaciones sobre lo que ocurría en la Diputación de Almería desde 2021 y 2022. Hablábamos de sobres, llamábamos al Partido Popular y decíamos que estaban robando en Almería. Moreno Bonilla tuvo que dar explicaciones —o mejor dicho, hacerse el loco— hasta en seis ocasiones en el Parlamento de Andalucía.
Lo robado es tanto en Almería —es decir, en Andalucía— que aún sorprende más el silencio de determinados medios de comunicación que parecen querer silenciar esta trama. Hay que recordar que aquí la mordida no era del 2% o del 3%, como en otros casos, sino que alcanzaba incluso el 50%. Seguramente sea una de las tramas más vergonzosas de la actualidad.
Todo con un único objetivo: salvar a Moreno Bonilla. Muchos compañeros de profesión dedican horas y horas a hablar de Ábalos, pero callan ante lo que ha sucedido en Andalucía, en el feudo del Partido Popular. Apenas un titular, apenas un comentario. Y esto, simplemente, es inaceptable.