Vox, ese partido que se jacta de defender los valores históricos (aunque mejor sería llamarlos arcaicos) europeos y cristianos, habla de otros seres humanos en términos que excluyen el más mínimo atisbo de empatía o de misericordia. Me remito a la querella criminal que el partido de extrema derecha ha presentado contra 52 migrantes subsaharianos, que habían entrado en Melilla saltando la valla que protege la frontera con Marruecos. Venían de Mali, Costa de Marfil, Guinea y Burkina Fasso, dejando atrás a saber qué difíciles situaciones. Cuando pisaron suelo español de inmediato pidieron asilo. Vox les denunció.

Qué diferente postura la del cardenal arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella, en sus declaraciones: “Una política migratoria sana debe dar acogida a estas personas que huyen del hambre y de la guerra.  (…) No podemos hacer campaña política con el drama de los emigrantes que se ven obligados a abandonar sus países de origen. Son hombres, mujeres y niños que deben ser atendidos, integrados, acogidos como cualquier ciudadano europeo”.

Pero a diferencia de lo ocurrido en la campaña de las generales, Vox parece no marcar los temas a debate, acaso como consecuencia de un resultado muy por debajo de sus expectativas. Pablo Casado está lejos de aquellos 19 insultos que profirió contra Pedro Sánchez, pero conviene recordar que, en su momento, le acusó de preferir las manos manchadas de sangre, dando por cierto un supuesto pacto con proetarras que, tras la detención de Josu Ternera, queda desmentido. Le queda el tema Cataluña, eso sí, y se aferra a él como a un clavo ardiendo.

 Vox parece no marcar los temas a debate, acaso como consecuencia de un resultado muy por debajo de sus expectativas

El que no cambia de estrategia, contento con unos resultados en todo caso insuficientes, es Ciudadanos. En los debates de los candidatos a presidir la Comunidad madrileña en Telemadrid y El País, Ignacio Aguado se convirtió en un clon de Albert Rivera, con el mismo nerviosismo y los mismos tics. Fue a por Ángel Gabilondo de una manera agresiva y descontrolada. La alineación de PP, Ciudadanos y Vox quedó oficialmente sellada una vez más. Aquel trío de Colón parece un bloque monolítico.

Imperturbable a críticas y cantos de sirena por igual, Santiago Abascal, a pesar de que ahora las encuestas auguran el declive de Vox, va a por todas: el objetivo es formar parte de gobiernos municipales y autonómicos. Allá donde vean un hueco, exigirán la entrada a quienes lleguen al poder con su apoyo. Está claro que quieren todo. Y es evidente que los valores que puedan guardar en su mochila no pasan por tender la mano al inmigrante. No tienen piedad.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com