Si pudiéramos ver cómo se escapa el calor por debajo de la puerta de casa, como se precipita hacia fuera por las ranuras de las ventanas en pleno invierno. Si fuera posible observar todas esas fugas a la vez, los edificios de viviendas parecerían aquellas máquinas de vapor de los ferrocarriles antiguos, soltando humo por todas partes.

No nos podemos llegar a imaginar la cantidad de energía que derrochamos por culpa de las pérdidas de calor debidas a las deficiencias en el aislamiento del hogar. Se tanta la desmesura que hay quien se ha puesto a hacer números al respecto.

Según los informes de habitabilidad de las viviendas, en España más de un 30% de la energía que utilizamos para calentar nuestros hogares se pierde sin sacarle provecho. Eso como media, pues hay viviendas donde las medidas de aislamiento son tan inexistentes que las fugas llegan a superar el 50% de la energía consumida. Dicho de otro modo: disfrutamos la mitad de lo que pagamos y contaminamos el doble de lo necesario.

Por eso cuando nos llega la factura del gas o la electricidad durante los meses de invierno solemos llevarnos desagradables sorpresas. Pero entonces ya no hay nada que hacer. De nada sirve buscar culpables en casa y cerrar la caldera al grito de: "Se acabó, aquí no se gasta ni un euro más de calefacción hasta que no aprendamos a utilizarla". Porque el recibo volverá a bajar cuando pase el frío, y el año que viene vuelta a empezar.

En España más de un 30% de la energía que utilizamos para calentar nuestros hogares se pierde sin sacarle provecho

Para poner solución al derroche hay que revisar de una vez por todas el aislamiento de nuestra vivienda. Y es que una casa bien aislada puede reducir entre un 20 y un 40% su gasto energético. Y algo no menos importante: las emisiones de CO2 asociadas a ese absurdo despilfarro y que están acrecentando el calentamiento global que sufre el planeta.

Se trata de algo tan sencillo como instalar burletes aislantes en ventanas y puertas, hacer uso de las cortinas para evitar que los cristales actúen como placas de frio y colocar alfombras en los suelos si son de gres o terrazo.

Y si vamos a hacer reformas en el hogar podemos aprovechar para instalar ventanas aislantes de doble acristalamiento: ganaremos en confort y silencio. Y si además tenemos la posibilidad de elegir el tipo de energía de nuestra vivienda cabe recordar que el sistema más eficiente y sostenible es el de la calefacción radial alimentada por placas solares: limpia, sana y segura.

Respecto al uso eficiente de los radiadores recordemos que es necesario purgarlos periódicamente para extraer las bolsas de aire que se generan en su interior y que les hacen perder eficacia. No bloquearlos con muebles ni cubrirlos con cortinas o utilizarlos para secar ropa y cerrar los que estén en habitaciones vacías girando la rosca de paso.

Estos simples hábitos pueden ayudarnos a reducir a la mitad el gasto energético vinculado a la calefacción sin renunciar al confort.