He leído con mucha atención la Ponencia Política que votará el PP en su congreso del día 4 próximo y que este martes presentó el presidente andaluz en la capital hispalense, usando un barco turístico de los que dan un paseíto por el Guadalquivir, seguramente para aplacar el calor, al que no están acostumbrados los que vinieron del norte. Todos sabemos la relativa utilidad y eficacia de estos documentos. Mera teoría; y ya vendrá el Tio Paco con las rebajas. Los eufemismos y los dobles sentidos abundan para completar un discurso que cumpla su función de buenas intenciones. Sin embargo, al señor Moreno, coordinador del documento, se le han escapado algunas cosas importantes.
En primer lugar, cuando aborda el conflicto de Oriente Próximo se pide el fin del drama humano y señala al culpable: la organización terrorista Hamás, cuyos ataques provocaron la actual crisis, sigue oprimiendo a los palestinos y no puede ser parte del futuro de Palestina. Para el PP, Israel no tiene responsabilidad alguna en lo que está ocurriendo. No se menciona. Tampoco hay una sola línea en todo el documento dedicada al señor Trump y los EEUU.
En cuanto a la situación política, como era de esperar, los populares culpan a las alianzas del PSOE con los nacionalistas como el origen de todos los males, pero obvia la irrupción de la ultraderecha, a la que no nombra en ningún momento. Demonizar a los nacionalistas nunca le ha salido bien al PP.
Curiosos también los párrafos dedicados a la Justicia: pondremos fin a todas las prácticas que utilizan a los tribunales de Justicia, a los jueces, y a los fiscales con fines partidistas. Revertiremos la colonización política de las instituciones y, muy singularmente, acabaremos con la colonización de la Justicia. Defendemos la modificación del sistema de elección del Consejo del Poder Judicial para que los jueces elijan a los jueces. Se olvidan de quiénes bloquearon durante años la renovación del CGPJ, así como los nombramientos populares que colonizaron un amplio marco de la Judicatura.
Si volvemos al marco internacional, el colmo del eufemismo se percibe con China. Es un socio, un competidor y un rival sistémico. Al mismo tiempo, sus políticas pueden desafiar nuestros intereses, nuestra seguridad y nuestros valores. Debemos estar atentos y actuar unidos, junto a nuestros socios de la UE, especialmente en cuestiones económico-comerciales. Resulta curioso leer esto y que lo firme el presidente andaluz. La semana pasada Moreno recibió en su despacho al vicepresidente chino y, literalmente, hablo de “alfombra roja” para las inversiones previstas en energías renovables y logística. A Dios rogando…
En cuanto a nuestros policías y guardias civiles, el documento está lleno de elogios a su eficacia y se solicitan mayores medios para todos ellos, pero olvida el detalle de reconocer que sus bajos sueldos les condicionan y elude comprometerse al respecto. Que tomen nota los sindicatos policiales. En el mismo sentido se habla de los ayuntamientos españoles: el municipalismo no es solo una forma de organización política; es una manera de ser y de entender la política: cercana, útil y centrada en las personas. Es gobernar desde la realidad, con conocimiento profundo del territorio, con responsabilidad y vocación de servicio. Pero de cómo resolver sus problemas de financiación, nada.
Finalmente, el documento de los populares vuelve a incidir en la Política, con mayúsculas: no debe ser un fin en sí misma, sino una herramienta al servicio del bien común y debe ser útil para trasladar serenidad a la sociedad. El presidente andaluz debe aplicarse el cuento, porque ha convertido todo el sistema político regional en una alabanza constante a su figura, al mismo tiempo que aprovecha el duro debate nacional para eludir los existentes en una Andalucía que sigue anclada en los lastres del pasado, por mucho que él insista en lo contrario.