2019 no ha sido en términos gruesos un mal año para el empleo en toda su generalidad, las cifras de afiliación a la Seguridad Social, indican que la creación de empleo en el cuarto trimestre fue algo superior a la del trimestre anterior, pero siempre dentro de una tendencia descendente. Para el conjunto del año la afiliación ha crecido un 2,6%, lo que supone un aumento de 489.000 nuevos afiliados.

Pero siempre nos queda enero, marcado en negro, y como no, en enero cayó el empleo en 244.044 personas, sin duda, la mayor bajada de afiliación a la Seguridad Social en este mes desde 2013. A pesar de todo, la cifra total de cotizantes sigue estando por encima de los 19 millones, en concreto, 19,164 millones, según las cifras divulgadas este martes por el ministerio de Seguridad Social. En un solo mes se han contado 90.248 desempleados más en las oficinas públicas de empleo. El peor enero desde 2014 deja la cifra total en 3,25 millones de desempleados, según el Ministerio de Trabajo.

El paro registrado, una vez más, tuvo un comportamiento negativo, y no es la primera vez que lo decimos, derogar definitivamente la reforma laboral y huir de una equivocada orientación de como queremos diseñar nuestra política económica e industrial, son elementos esenciales para revertir la situación actual y crear empleos dignos, de calidad.

No podemos seguir basando nuestra economía y por tanto la creación de empleo en el turismo y el ladrillo, ya sabemos cual es su resultado: temporalidad, estacionalidad, salarios miserables, en definitiva, la precarización del mundo del trabajo.

El desempleo genera, además, mayor pobreza y desigualdad social, solo el 65,2% de las personas que han perdido el empleo, en este nuevo enero negro, tienen derecho a percibir el salario por desempleo, es urgente revisar y adecuar las políticas de protección social a la realidad social que vivimos.

Como personas mayores, vivimos con preocupación y malestar esta situación, son en definitiva nuestros hijos y nietos quienes se ven abocados a no poder planificar una vida con normalidad, sin dependencias económicas sociales o familiares, a tener en definitiva una vida decente, que esta situación del mercado laboral con su continua zozobra e inquietud les impide el poder disfrutar.

El sistema público de pensiones, se nutre, por su carácter solidario y de reparto, de las cotizaciones sociales, el sistema para su pervivencia, necesita de estabilidad en el empleo y salarios dignos, y para ello es necesario huir de la precariedad, del fraude en la contratación y apostar por planificar e invertir en políticas activas de empleo, cambiar el modelo económico, adecuar las ayudas de protección social y redistribuir la riqueza.