Hay algunos que no tenemos ninguna prisa en desescalarnos, que puede convertirse en descalabrarnos. No tenemos ninguna gana de entrar en ninguna competición de legitimidades ni de medirnos las fases. La salida a esa “nueva normalidad” y dada las vivencias y los seres queridos que nos hemos dejado por el camino, se nos antoja una “nueva anormalidad” plagada de ausencias irreparables y de faltas de responsabilidad y egoísmos ya vistos. El repunte de infectados en la última semana en Madrid, es un dato que debería hacer pensar a la vociferante Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad, que ha pasado de ser la community manager del perro de Esperanza Aguirre, a convertirse en el dóberman del PP. Pero qué más da. Es evidente que hay algunos que querrían más muertos por la terrible pandemia del Covid 19 si pueden arrojárselos al gobierno y ganar con muerte y sufrimiento lo que no han podido ganar en las urnas. Por poner un ejemplo sangrantemente evidente, el despropósito de las concentraciones de este pasado sábado. Ni que decir tiene que el derecho a manifestación es un derecho indiscutible de nuestro Estado, aunque se utilice para erosionar al ejecutivo y a las instituciones. Más discutible es sin el vigente estado de alarma puede ejercerse de esta manera, aunque el Ministerio del Interior haya sido tolerante con el mismo, lo contrario habría sido interpretado como una agresión represiva. Lo que no es admisible es que se colapse una ciudad como Madrid, no se respeten las medidas sanitarias establecidas, y se vuelva a poner en riesgo la salud de los demás. Si en vez de acicaladas señoras del barrio de Salamanca, y abanderados muchachitos engominados, fueran antisistemas, los guardianes de las esencias patrias estarían poniendo el grito en el cielo. Pero como los convocantes de la manifestación en Madrid, han sido el PP, VOX y Ciudadanos, es un ejercicio de democracia impoluto. Los convocantes cifran en 200.000 personas la suma de los asistentes en la plaza y las calles adyacentes de la plaza Colón. La Delegación del Gobierno ha cifrado en 45.000 el número de manifestantes. Sean los que fueren, las imágenes hablan por sí misma y, conste que, aunque podría pedírsele responsabilidades tanto a los convocantes como a los participantes que no han cumplido las medidas de seguridad, que han sido la mayoría, lo lamentable es que, cuando se infecten, serán las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado, los médicos y el personal sanitario, los que tengan que volver a poner sus vidas y familias en peligro para cuidar de unos irresponsables.

La nada pacífica concentración ha traído, además de los insultos a los integrantes de la coalición de gobierno, desprecios y amenazas a otros colectivos como los LGTBITRANS, a los que supuestamente defendía el señor Santiago Abascal después de su encendida filípica pro gay en el Congreso, y escenas de agresiones a periodistas. El periodista Francisco Marhuenda, director del diario La Razón, que no es sospechoso de apoyar al gobierno,  ha sido tajante y ha criticado a aquellos manifestantes que han agredido a un periodista de su medio, y a otro de RTVE, el presentador, Iñaki López. Y es que durante la protesta, convocada en pleno centro de Madrid y encabezada por un autobús del partido Vox, un reportero gráfico del diario La Razón (Grupo Planeta) ha sido agredido por un par de individuos que proferían gritos y consignas contra la prensa. “Le ha arrancado la camiseta una gente que gritaba contra la prensa y medios de comunicación”, ha declarado Paco Marhuenda que ha afirmado que “hay locos en todos los sitios” y que los agresores son “gente indeseable. Vergonzosos y lamentables, no es un caso aislado. Lo único que hacemos los periodistas es cubrir los actos y desarrollarlos. Desgraciadamente, no es un caso aislado, son vergonzosos y lamentables”, ha recalcado el tertuliano. El problema es que, con demasiada asiduidad, son los integrantes de cierto partido de extrema derecha los que profieren ciertos tipos de insultos y protagonizan actos violentos. Tan preocupados con las escenas de incivismo en Cataluña, que todos, empezando por mí y por escrito, hemos denunciado, y se parecen tanto que se confunden, salvo porque el amarillo que ellos llevan se adorna de un águila preconstitucional. Los comparsas del PP y de Ciudadanos, una vez más otorgan, pues callan, y cuando hablan, se parecen tanto a los antidemocráticos, por no decir predemocráticos de VOX, que nos retrotraen a una escena de otra manifestación de Colón ya vivida y retratada.

Una de las cuestiones apocalípticas y virales, además del COVID 19 y de las noticias falsas que han circulado por las redes en estas semanas del confinamiento, es el supuesto fenómeno del “Hum”. Un zumbido de baja frecuencia, supuestamente provocado por elementos alienígenas que estarían marcando el fin de los tiempos. Yo, que soy un agnóstico metódico, empiezo a creer que algo de esto hay. Si bien no creo que inteligencias extraterrestres estuvieran interesadas en nuestro planeta, ante la poca evidencia de inteligencia humana en comportamientos colectivos ante una enfermedad y sus riesgos como los de estas concentraciones, sí me parece marciano, cada vez más, lo que veo. Una especie de “encuentros en la tercera fase”, cañí, y peligrosamente irresponsable.