Madrid está patas para arriba con el fin de quedar santificada por 'el enviado de Dios'. Peregrinos del mundo mundial llenan la capital de España. Todos los derechos poseen, campan a sus anchas y gritan histéricos ¡¡¡benedictooooooooooooooooooooooooo!!!, lo mismo que Pe en los oscars, ¡¡¡peeeeeeeeeeeedroooooooooooooooooooooo!!!.
Puede continuar leyendo este artículo en el blog de María Dolores Amorós
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