El día 28 de abril ha sido en este país un día glorioso, es uno de esos días en los que tenemos razones ciertas para sentirse patriota, no al modo rancio, casposo y obsceno que pregona la derecha, sino de esa manera sutil de sentir el orgullo, a pesar de tantos pesares, de ser español y de vivir en este país. Los ciudadanos españoles se han movilizado frente al grave peligro que es la extrema derecha, en cualquiera de las formas que contiene esa trilogía que se ha dado en llamar “trifachito”. Han reaccionado porque, entre otras cosas, en este país, aunque se esconda la verdad de la historia española reciente en los textos escolares, se conocen muy bien, seguramente también de manera inconsciente, las terribles consecuencias de la sinrazón y el totalitarismo en el poder; tan terribles que España estuvo sometida no hace mucho cuarenta años a una dictadura sanguinaria, y tan terribles que a estas alturas todavía pervive mucho dolor en muchas miles de familias que siguen teniendo a familiares enterrados en cunetas.

La participación ciudadana ha sido excepcional, el triunfo del PSOE y de la izquierda ha sido memorable, y ha sido también memorable y rotunda la derrota de la derecha extrema, porque, ya digo, aunque ellos se denominen “centro-derecha” es evidente que su discurso es totalitario, intolerante, insolidario, peligroso y muy voraz. Por más que ahora, tras la derrota, intenten negarlo, no sólo son afines a la extrema derecha sino que forman parte de ella. Frente a los mensajes ultras emitidos por estos tres partidos, la sociedad española, que es menos manipulable de lo que algunos dan por supuesto,  ha demostrado la madurez que el alarmante panorama político ha requerido.

Sin embargo, creo que es de ley reconocer que muchos votos de Podemos se han transferido al PSOE por aquello del voto útil, me consta. De algún modo los ciudadanos han votado buscando hacer fuerte al bloque de la izquierda frente a la clara tendencia de la derecha al totalitarismo, al corporativismo y a una exaltación nacionalista que asusta a cualquier persona mínimamente democrática, sensata y decente.

Me consta  que muchos españoles se han sentido representados por el pacto entre PSOE y Podemos, y han votado considerando esa complicidad, que ha sido realmente positiva en los diez meses precedentes del gobierno de Sánchez. De ahí la petición rotunda de los ciudadanos a Pedro Sánchez, al grito de “Rivera no”, de no pactar con ningún partido de la derecha. Sería efectivamente, en mi opinión, un verdadero disparate, teniendo en cuenta lo que busca Cs, y a qué y a quién representa. Es muy obvio que el PSOE no hubiera tenido este resultado electoral si el pacto in mente hubiera sido con un partido, Ciudadanos, que forma parte de esa derecha voraz que los españoles han querido, en estas Elecciones, trascender y superar.

En mi opinión, el PSOE necesita recobrar el norte con un Pedro Sánchez que ya ha sido capaz de recuperar la confianza perdida de la sociedad española progresista. Ya no hay ninguna duda. Y tengo la convicción de que una parte al menos de esa confianza proviene del giro hacia políticas progresistas consecuencia de su pacto con Podemos; la subida histórica del salario mínimo a 900 euros, a la que la derecha se opuso con uñas y dientes, es una muestra muy elocuente de esa coalicion . En mi opinión también, Sánchez ha sido brillante alejándose de las voces sorprendentemente conservadoras y neoliberales de su partido, porque, ha quedado absolutamente acreditado que el PSOE que ha ganado las Elecciones es el PSOE progresista y solidario, el de izquierdas; el “otro PSOE” tendría que desaparecer por el bien del partido, porque le lleva, como queda constatado, a la debacle.

Está muy claro, insisto, que los afiliados y simpatizantes del partido triunfador y, en general todos los progresistas españoles, no queremos un PSOE con un lobby interno conservador y neoliberal, lo cual queda de sobra demostrado por los resultados de las Autonómicas de Andalucía tan sólo hace escasos cuatro meses. Susana Díaz es, como dijo muy bien Iglesias, “una señora de derechas” que ya debería haber dimitido por el daño que está haciendo al partido; una señora que consiguió desbancar al PSOE en Andalucía a favor del tripartito voraz, y que parece de manera clara que no se siente inspirada por los intereses de su país, de su región  o de su partido, sino por sus intereses particulares y por su permanencia en un puesto de privilegio; aunque el precio que se paga por ello sea demasiado alto.

Los españoles han votado el día 28 a otro PSOE, al PSOE de Pedro Sánchez, a un partido progresista, transparente y solidario, que es capaz de gobernar con un partido de izquierdas, Podemos, que le aleja del neoliberalismo de la derecha y le acerca mucho más a su ideario y a sus valores primigenios. Y sus valores primigenios tienen que ver con la razón, la justicia social, el humanismo, la laicidad, el progreso y la Defensa de los Derechos Humanos. Ojalá Sánchez, a quien considero un hombre moderado, tenaz e inteligente, y la actual cúpula del partido socialista lo tengan muy en cuenta.