Va a ser verdad. Para Carles Puigdemont, cuanto peor, mejor. Su capacidad para dar la vuelta a las situaciones es inmensa. Se diría, que el expresident huido y el nuevo presidente del PP, Pablo Casado, se han puesto de acuerdo para combatir a Sánchez. Amenaza una nueva pinza. Julio Anguita (IU) y José María Aznar (PP) la ensayaron con algún éxito para ellos contra Felipe González.

Sectores independentistas, que son conscientes de sus limitaciones, parecen decididos a liarse a palos con el Gobierno central de turno. Véase, sin ir más lejos, al PdeCat y a ERC absteniéndose en la votación del déficit y el techo de gasto, que sólo han apoyado el PNV y Nueva Canarias. En detrimento, claro, de todos los ciudadanos. Unidos Podemos también se ha cubierto de gloria con su intransigente abstención, olvidando las urgencias sociales.

En la otra orilla, el nuevo líder del PP, Pablo Casado, ascendido al cargo con maniobras discutibles, mantiene la táctica de ningunear a Pedro Sánchez, como si Rajoy continuara fumando sus habanos como si nada hubiera cambiado. Estos son algunos de los peligros que acechan al presidente del Gobierno, pero no los únicos. Tiene otras patatas calientes. Al otro lado del estrecho de Gibraltar, Marruecos tira de la cuerda y se pone de lado cuando las pateras se hacen a la mar e inundan las costas de Andalucía.

Este mes de agosto se apunta complicado y septiembre todavía más. Aún con tanta presión, Pedro Sánchez está decidido a arraigar con fuerza su credibilidad, dotando su acción de gobierno de contenidos que confirmen que lleva a la práctica lo que plantea, que es lo que una gran parte de la sociedad demanda.

Además, últimamente, no había tenido oposición porque el PP miraba sólo su propio ombligo.  Pero, una vez liquidado Mariano Rajoy, tiene a Pablo Casado enfrente y contando al parecer con grandes apoyos económicos y mediáticos. La seguridad de que hace gala es todo un síntoma.

La crítica, sea por el asunto que sea, está garantizada y no olvide presidente que los de enfrente tienen mucho más que callar. A Pedro Sánchez le acecha el peor PP posible.