A Rivera se lo están diciendo por activa y por pasiva: que no pacte con Vox, que es un error, y que traiciona los objetivos por los que se creó Ciudadanos, si no apoya al partido más votado, el PSOE, en la investidura presidencial, evitando así acuerdo alguno con los independentistas.  Se lo ha podido decir más alto, pero no más claro, el jurista y catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras, “padre” fundador de la formación naranja allá por 2006, en una carta dirigida al líder de Ciudadanos.

“No entiendo que ahora nos falles, Albert, que nos falle Cs (…) Es ir contra toda tu trayectoria política, contra la trayectoria de Cs. Se te acusará, con razón, de que por tu culpa arrojas al PSOE a pactar con Podemos y con los nacionalistas, precisamente aquello que Cs debía impedir”. El ruego de Carreras deja ver una dolorosa emoción, ante lo que ha derivado el joven partido que contribuyó a crear: “Si en 2016 acordaste con el PSOE un buen programa de gobierno, no hay motivo para que ahora no se repita tal operación. Recobra, Albert, la capacidad de liderazgo que has tenido en todos estos años y afronta con valentía la adversidad. Rectifica”.

El ruego de Carreras deja ver una dolorosa emoción, ante lo que ha derivado el joven partido que contribuyó a crear.

¿Afectará a Rivera tan sentido discurso? No sabemos, pero quizás sí le haga mella la postura del Gobierno francés, que mira con inquietud los acuerdos y pactos de Rivera con la extrema derecha. A tal punto, que la secretaria de Estado de Asuntos Europeos, Amélie de Montchallin, lo ha evidenciado en una reunión con la prensa: “La alianza con la extrema derecha a nivel local, como hemos visto en España, no es una opción”. Y es que dentro del Europarlamento, Ciudadanos es aliado de la República en Marcha, el partido del presidente Emmanuel Macron. De ahí que desde el Palacio del Elíseo, haya llegado esta advertencia: “No aceptamos ambigüedades con la extrema derecha”, advirtiendo que tal vínculo quedaría cuestionado, de hacerse realidad cualquier plataforma compartida entre Ciudadanos y Vox. Por si algo faltaba, desde Le Monde, la corresponsal Sandrine Morel escribe que esta ceremonia de la ocultación que sigue Rivera para no dejar ver sus acuerdos, “no engaña a nadie en España”. Y le acusa de juego sucio en esa confusión que pretende, cruzando pactos con el PP, que a su vez acuerda con Vox.

¿Servirán de algo tales advertencias? Rivera parece haber perdido el pudor, si es que alguna vez lo tuvo, y se columpia en las alturas, no sabemos si con red, al compás de los populares –a los que debía regenerar-, en la música que dirige la batuta de Santiago Abascal. Imagino el desencanto de Carreras y de aquellos que pusieron su esperanza y su voto en Ciudadanos. O de los europeos franceses, que suponían en este partido un aliado leal frente a extremismos. La verdad es que para este viaje no hacían falta esas alforjas.