La Secretaria de Estado de Comunicación, la responsable en Moncloa, Martínez Castro, nos regalaba un titular el pasado fin de semana: ese "deseo" de gritarle "os jodéis" y hacerle un buen corte de mangas a todos nuestros pensionistas que están saliendo a la calle, simple y llanamente, para reclamar lo que es suyo: las pensiones a las que llevan contribuyendo durante toda una vida de trabajo, de esfuerzo y de sacrificios. Claro, es que quizás algunos no entienda que trabajar de manera honrada, pagar impuestos, conlleva el poder exigir unos derechos. Porque no todos los títulos son de mentira, no todo el mundo cobra con sobres en B, y no todo el mundo descubre en el garaje de su casa coches de lujo que no sabe de dónde salen. 

Esta actitud, la del "os jodéis", recuerda mucho a la del "que se jodan", también desde las propias filas del Partido Popular. Pero esta vez, además, viene de la responsable de comunicación. Es la misma señora tuvo a bien agradecer a los principales medios de comunicación de España "su apoyo" a la causa del unionismo y a la "linea editorial" marcada por el gobierno de M. Rajoy durante el mes de octubre, en referencia a lo sucedido en Cataluña. 

Los medios de comunicación vienen siendo el cuarto gran poder. Sin embargo, por la influencia que tienen, y por lo que ejercen a nivel de generación de opinión pública en la sociedad española, bien podrían considerarse de entre los primeros puestos en la línea de mando. Podemos decir que los medios principales no están cumpliendo con su labor: la de informar además de entretener. Están dedicándose precisamente a todo lo contrario: desinformar, manipular, engañar, mentir deliberadamente, generando un relato que hace cada vez más difícil e insoportable la convivencia sana en este país. 

Poder acceder a información contrastada, veraz, y en la medida de lo posible, objetiva, es un derecho de la ciudadanía, una obligación por parte de los responsables de los medios, y sobre todo, una garantía para poder hablar de un Estado Democrático.  

A día de hoy podemos comprobar cómo nos mienten a través de los informativos de manera deliberada, cómo no se contrasta la información que nos dan. Un ejemplo: un reciente informe de la Guardia Civil, presentado ante la justicia, habla de la violencia ejercida por los ciudadanos de un pueblo de Cataluña durante el 1 de octubre. Relataban hechos realmente graves. Lo curioso y sorprendente es que según el informe, todo esto había sucedido en una localidad, Sant Esteve Des Roures, que no existe en ningún mapa. Y a pesar de ello, incluso ha habido medios de comunicación que han trasladado el relato sin contrastar ni corregir semejante aberración. No es la primera vez que ocurre, puesto que esto ya sucedió hace años cuando el juez Baltasar Garzón ordenó investigar las actividades de apoyo a ETA en otro pueblo inexistente. Y el ABC incluso llegó a relatar alguna comida popular que supuestamente había tenido lugar en este pueblo imaginario. Sí, como ustedes lo están leyendo. Así ha sido. Y los medios de comunicación, mirando hacia otro lado. 

Los medios de comunicación tienen muchísima responsabilidad en la generación de ideas, de opiniones. En la generación de tensión o paz social.

Como cuando ayer la Asociación de Prensa de Madrid salía a defender al Señor Negre. Sí, el redactor del diario El Mundo que hace días escribió algo que llamó "crónica", sin aportar las necesarias versiones de los hechos que relataba; sin una sola prueba y sin contrastar absolutamente nada de lo que estaba comentando, puesto que faltaba en su "cronica" algún que otro hecho relevante e irrefutable, más allá de la versión de parte, como son documentos oficiales que existen y pueden consultarse. Escribía sobre los docentes de Sant Andreu de la Barca, señalados y acusados por haber agredido (verbalmente) y acosado a alumnos del centro durante el mes de octubre, por el hecho de ser hijos de Guardias Civiles. Su "crónica", publicando las imágenes de los profesores, sus nombres y apellidos, sin existir ni una sola prueba de lo que se relata, estando ahora mismo bajo investigación judicial, pone de manifiesto un periodismo de parte, que no busca la objetividad sino crear un relato. Tal y como ya señalaba el plan Z.E.N en la década de los ochenta. Y la APM considera que el trabajo de este señor se ha realizado respondiendo a los criterios del periodismo. Muy llamativo. En la misma linea que su silencio ante las declaraciones de Jimenez Losantos en un editorial radiofónico. 

Los medios de comunicación tienen muchísima responsabilidad en la generación de ideas, de opiniones. En la generación de tensión o paz social. Y por desgracia están eligiendo la primera: confusión, odio, mentiras y "calentamiento" global de la opinión pública. Como hicieron hace unas semanas los informativos de Antena3, publicando imágenes de vaya usted a saber dónde diciendo que respondían a las calles de Barcelona, señalando actos de violencia callejera y acusando directamente a los "CDR" de quemar contenedores y cometer actos vandálicos. Olvidaron cuidar la imagen y que no se viera con claridad que los policías que salían en la imagen llevaban escrito en su espalda un enrome letrero: "POLICE". A pesar de las denuncias públicas de miles de personas, no reconocieron nunca su manipulación. Y lo más grave es que habrá gente que piense que eso realmente sucedió en Cataluña, que los CDR son violentos y vaya usted a saber qué cantidad de mentiras más. 

Pero afortunadamente, algunas versiones tienen ya las patas cortas. Y es que, ha tenido que reconocerle Llarena a la justicia alemana que no tiene pruebas para demostrar la malversación de la que se acusa a Puigdemont y al resto de los dirigentes políticos catalanes. Sin embargo, esta información que acaba de revelar Ernesto Ekaizer, está brillando por su ausencia en la práctica mayoría de los medios españoles. 

En el mismo sentido que la eliminación de la información sobre las declaraciones de la Secretaria de Estado de Comunicación, la señora Martínez Castro, que TVE a tenido a bien censurar. 

Y luego dirán que les está quedando una democracia estupenda.