Desde hace unos días, nos encontramos en pleno debate sobre la leche cruda. La posibilidad de que se regule su venta y consumo ha puesto en pie de guerra a médicos y nutricionistas, que advierten de los numerosos peligros que puede tener esas práctica. Y si no que se lo pregunten a varios legisladores americanos. 

Demostración empírica


En concreto del estado de West Virginia. Políticos que, como algunos por aquí, defienden los beneficios de tomar leche directamente de la vaca, sin ningún proceso de pasteurización y no digamos ya un mero hervido. 

Los políticos americanos ya han probado no solo su sabor si no también sus efectos. Varios de ellos se pusieron enfermos después de beber un poco de leche cruda, acción con la que pretendían demostrar que ingerir leche así es inofensivo. Sin embargo, lograron lo contrario

Una coincidencia

Uno de ellos, Pat McGeehan aseguró que la enfermedad se trato de una coincidencia. Que varios de los políticos que enfermaron tras beber leche cruda fueron víctimas de un virus estomacal que no tenía que ver con su acción. Aunque él mismo fue uno de los afectados. 

Una vez más, los políticos continuaron en sus trece. Lejos de tomarse la enfermedad como una amenaza real, insistieron en el que todo el mundo debería poder hacer lo que le plazca, incluido tomar leche cruda. El argumento a favor es que la leche de este modo es más nutritiva y tiene todo su sabor natural. Algo que ya se sabe falsos dado que los procesos de pasteurización actual en nada afectan a estos dos criterios. 

Sin embargo sí son muy útiles para eliminar la gran carga bacteria de la leche según sale de las ubres de las vacas, microorganismos que pueden contagiar enfermedades graves como la listeria, la meningitis o la salmonelosis.