Un alimento mínimamente procesado conserva la mayor parte de sus propiedades nutricionales y físicas inherentes; son, por ejemplo, las frutas y verduras precortadas y lavadas, ensaladas en bolsas o frutos secos tostados. Los alimentos procesados ​​preservan y mejoran los nutrientes y la frescura de los alimentos en su punto máximo; en esta categoría figuran el atún enlatado o las frutas y verduras congeladas.

Pero los alimentos alimentos ultraprocesados tienen poco de alimentos. Son, directamente, preparados industriales a partir de ingredientes refinados, como azúcar, almidones, aceites vegetales y sal, o sintetizados, como grasas "trans" o aditivos, no contienen ningún alimento reconocible. Hablamos de refrescos azucarados, embutidos, postres lácteos azucarados, galletas, bollería industrial o cereales para el desayuno, y se caracterizan por su baja calidad nutricional. Están listos para consumir en cualquier momento, sin necesidad de preparación, y tienen una alta disponibilidad en el mercado.

Y según un equipo científico español, que ha liderado el Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciberobn), y cuyos resultados se han publicado en la revista European Journal of Nutrition, pueden conllevar un mayor riesgo de desarrollar depresión clínica en el futuro, además de obesidad.

La investigación realizó un seguimiento a más de 14.000 voluntarios durante un máximo de 16 años, y comprobó que los consumidores de alimentos ultraprocesados tenían hasta un 33 por ciento más de riesgo de sufrir depresión que los que tenían un consumo mínimo o nulo, e incluso mayor en personas con niveles bajos de actividad física.