Con los embalses al 71% de su capacidad, lo que iguala la media de la última década, la sequía que hemos sufrido en los dos últimos años parece alejarse. Pero haríamos mal en dudar de que la sequía volverá a visitarnos más pronto que tarde, y muy probablemente lo haga de forma más persistente y severa.

Los avatares del tiempo meteorológico, tan característicos de nuestro clima mediterráneo, se están viendo acentuados por los efectos del cambio climático, que empuja los episodios puntuales hacia los extremos.

Diferencias de temperatura de más de veinte grados en apenas 48 horas, largos períodos de sequía a los que siguen ciclos de intensas y sucesivas borrascas. Nada nuevo, es cierto, pero todo mucho más exagerado.

Los climatólogos llevan tiempo alertándonos de todo lo que está ocurriendo con el tiempo meteorológico (que no es lo mismo que el clima). Lo identifican como una acentuación de las fases de excepcionalidad en los regímenes pluviométricos y termométricos. Un fenómeno que los expertos asocian directamente con el calentamiento global del planeta y que según todos sus informes va a ir a más en los próximos años, aunque resulte imposible determinar cuándo van a suceder dichas irregularidades o cual será su grado de excepción.  

Por todo ello, pese a que el paso continuado de borrascas esté llenando de nuevo nuestros embalses, debemos tener muy presente la alerta de los expertos y gestionar estas nuevas reservas con la máxima prudencia, promoviendo un consumo responsable basado en la moderación y la eficiencia y manteniendo vivo el discurso del ahorro.

Porque aunque los ríos estén alcanzando sus máximos de caudal; aunque las imágenes de los desbordamientos de los ríos y los pantanos desembalsando hayan sustituido en los informativos a las de los cauces resecos y las fuentes clausuradas, debemos seguir ahorrando agua.

Ahorrar agua siempre y en todo momento, incluso con los campos inundados y los embalses llenos. La prevención es la mejor estrategia para hacer frente a la incertidumbre climática que nos acecha y que nos va a obligar a encarar los próximos episodios de sequía.

Debemos mantener el camino emprendido en los últimos meses para avanzar hacia la reutilización del agua regenerada procedente de las depuradoras y promover un uso circular del recurso. Debemos seguir investigando e innovando, compartiendo conocimiento, consolidando alianzas y cooperando para fortalecernos ante la adversidad climática, ésa que ahora pudiera parecer superada pero que sin embargo sigue ahí, en los modelos de los expertos, amenazando uno de nuestros derechos fundamentales: el derecho a un acceso cómodo y seguro al agua potable y de saneamiento.