Entre todas las graves consecuencias de la crisis climática a la que nos enfrentamos, una de las más graves es el derretimiento del permafrost ártico. Esta capa en la que se mezcla la tierra con el agua helada está desapareciendo mucho más rápido de lo esperado. Mucho.

Es lo que acaban de publicar un grupo de investigadores que han analizado el comportamiento del permafrost en el Ártico canadiense. Según sus datos, la descongelación de esta superficie está alcanzado niveles que se esperaban para dentro de 70 años

Una serie de veranos extremadamente calurosos en los últimos años, han acelerado drásticamente el proceso. A estos veranos han seguido inviernos en los que las temperaturas no se han elevado lo suficiente. El resultado es que está desapareciendo permafrost en niveles de entre el 150 % y el 240% por encima de lo que los científicos consideran normal.

4 grados más caliente

Los investigadores han medido que, entre los años 1990 y 2016, la temperatura de la superficie ártica ha ascendido nada menos que cuatro grados. Y es una tendencia que se espera que aumente, dado que el aire de la superficie se está calentando a toda velocidad. 

El resultado es que en muchas zonas, el permafrost se ha debilitado considerablemente. En otras, se ha derretido completamente. 

La gravedad de la situación no es solo la de la pérdida de un ecosistema clave o el aumento de los niveles oceánicos en la zona. Es mucho más relevante. 

Según se descongela, la materia orgánica atrapada en el hielo libera grandes cantidades de CO2. Se descompone a gran velocidad, lo que incremente todavía más la liberación de gases de efecto invernadero, como el metano, que tiene una gran capacidad de atrapar calor y elevar la temperatura de la atmósfera.