Vivimos en un planeta perfecto. Perfectamente suspendido a la distancia justa del Sol, con un giro perfecto sobre su eje, con una composición perfecta para albergar vida, para albergarnos, pero no siempre fue así.

Están y no están

Y no hay que muy lejos para hacerse una idea de cómo fue todo. De hecho, tenemos pruebas al lado. Tan cerca que según los científicos, hay dos nubes de polvo cósmico orbitando la Tierra. Dos nubes que giran alrededor de nuestro planeta a una distancia similar a la de la Luna

Ambas nubes fueron teóricamente detectadas por primera vez en 1961. Ahora se ha certificado su presencia. Y no ha sido fácil. Ambas nubes son complicadas de detectar. Debidos a que son extremadamente débiles. 

Las nubes ocupan un lugar de equilibrio gravitacional creado por la interacción de las masas de la Luna y la Tierra. Aún así, las nubes de polvo no son del todo estables, ya que también están influidas por la gravedad solar.

Variaciones

Son estas variaciones lo que ha traído de cabeza a los científicos durante el último medio siglo. Mientras unos aseguraban su existencia, otros defendían que ahí fuera no había nada. Le debilidad y las variaciones hacían que las observaciones pudieran fallar. 

El descubrimiento se ha producido después de elaborar modelos matemáticos y físicos que determinaban el movimiento de estas nubes. Después, para poder verlas, se han empleado diferentes filtros polarizados que transmiten y reflejan distintas longitudes de onda de la luz

Más allá del descubrimiento concreto, lo relevante es que estos dos cuerpos de polvo cósmico errantes pueden ayudar a entender cómo se creó el Sistema Solar y después los planetas alrededor del Sol. Los procesos que llevaron a la condensación de estas nubes en cuerpos celestes.