La Asociación Rutas de Sevilla lleva más de 40 años trabajando en el Polígono Norte y La Bachillera de la capital andaluza. Fue fundada en 1976 por la orden de las Carmelitas de la Caridad de Vedruna -aunque hoy es aconfesional-, para dar una oportunidad a niños y adolecentes de estos barrios desfavorecidos. Allí llegó Almudena en los años 80 y consiguió elegir la ruta correcta: estudios y universidad frente a las drogas. “Necesitábamos un espacio donde estar y que nos permitiera salir de la calle. Era una época muy dura, el barrio estaba fatal y muchos de nuestros compañeros de clase cayeron en la droga, algunos de ellos con ingreso en la cárcel incluido, recuerda en Alma, la red social social de la Fundación "la Caixa".

Hoy, esta 'niña Ruta' sigue vinculada a la asociación donde es tesorera y trabajadora social. Apoyados por el programa CaixaProinfancia siguen dando una alternativa a los menores en riesgo de exclusión social, ofreciéndoles “refuerzo educativo y un ocio saludable”. No es la única. Antiguos beneficiarios del programa siguen manteniendo su vínculo con la asociación y colaboran activamente para cambiar la situación. “Nuestra asociación ha hecho una apuesta clara por estos chavales y chavalas y, nuestro compromiso y posicionamiento está al lado de ellos. Es nuestra manera de gritar que no estamos conformes con este sistema que excluye y establece una jerarquía social, económica y cultural entre dominantes y dominados. Creemos en la posibilidad del cambio social y de la transformación en beneficio de los más desfavorecidos”, asegura Irene Castilla, coordinadora de la asociación y pedagoga de Rutas de Sevilla.

Un campamento con cariño y límites

Almudena e Irene han pasado el verano en un antiguo internado de Sanlúcar de Barrameda junto a niños y niñas en riesgo de exclusión para que  “puedan desconectar unos días”. El objetivo es abrir su mente a otras realidades. “Los niños y niñas se pasan el año soñando y planificando el campamento: sus vidas diarias son muy duras en muchos de los casos, con familias desestructuradas, madres ausentes y padres en la cárcel, entornos de malos tratos y ningún valor que les inculque el estudio o el desarrollo de una actividad profesional”, explica Irene.

Por el contrario, en el campamento reciben cariño y normas. Rutas de Sevilla ve tan importante el trabajo de refuerzo académico como el de la parte emocional, logrando que estos niños se sientan queridos e importantes. “Donde hay una ruta, hay un amigo, resume el lema de la asociación que cambió la vida de Almudena y otros muchos menores como ella.