En 2017, Silvia Charro y Simón Pérez se convirtieron en personajes virales gracias a un vídeo en el que, visiblemente embriagados, hablaban sobre hipotecas a tipo fijo. Lo que parecía una oportunidad para dar a conocer sus conocimientos económicos terminó siendo su perdición. Cinco años después, la pareja ha decidido hablar abiertamente sobre las devastadoras consecuencias que enfrentaron, un proceso que los obligó a reconstruir sus vidas desde cero. Actualmente, se dedican a hacer directos en Twitch con una cuenta llamada SSConexion y su estado es preocupante.
Sin amigos, sin trabajo y sin dinero, la pareja se vio obligada a buscar alternativas para sobrevivir. A pesar de la humillación, nunca dejaron de luchar por recuperar lo perdido. Su búsqueda de financiación llegó incluso a extremos como su intento de participación en programas de televisión, entre ellos su aparición en ropa interior en un intento por ingresar al reality show Supervivientes. Este gesto fue un claro reflejo de la desesperación y el deseo de rehacer sus vidas. Se iniciaron en las redes sociales tras todo el escándalo: "Lo único que nos quedó fue hacer de payasos en Youtube". Les pagaban por hacer distintos retos, desde meterse en una fuente en Santiago de Compostela hasta verlos con actores porno como Jordi ENP.
La situación pudo con ellos y comenzaron a consumir cocaína y alcohol como nuca antes y desatando una situación de consumo problemático que terminó de desencadenar una gran depresión. En los últimos directos de Twitch se ha podido observar esta situación incontrolable: peleas entre la pareja, violencia contra electrodomésticos y sus lugares de trabajo llenos de basura, tabaco y drogas.
En caída libre
La historia de Charro y Pérez es la de una caída estrepitosa. A partir del vídeo, lo que comenzó como una broma de mal gusto se transformó en una tragedia personal y profesional. El primero en relatar su historia fue Simón Pérez, quien explicó cómo perdió su fortuna en solo 24 horas. “Mis acciones estaban valoradas en 600.000 euros. En 24 horas, los perdí”, afirmó. Debido al escándalo, fue desalojado de la casa que le pagaba su empresa y se quedó sin trabajo, sin ingresos y sin un futuro claro. La vida de lujo que llevaba, con un sueldo mensual de 7.000 euros, desapareció de un plumazo.
Por su parte, Silvia Charro relató cómo el escándalo los excluyó del mundo laboral. “Nadie, ningún banco, ninguna entidad de las que nosotros hemos estudiado y somos profesionales, quiere saber nada, absolutamente nada, de nosotros”. Charro y Pérez perdieron el contacto con muchos de sus amigos y familiares, algunos de los cuales, como contó Pérez, prefirieron negar cualquier vínculo con ellos. “Un tío mío, al que no veo desde hace años, le dijeron ‘oye, este se llama como tú de apellido, no será familia tuya’. Y él respondió: ‘No, no, qué va, no lo conozco de nada’”, relató el economista.
Hoy, Charro y Pérez reconocen sus errores y la responsabilidad que tuvieron en la creación de su propia tragedia. Pero también resaltan que la lección más importante que han aprendido es que la fama viral puede ser un arma de doble filo, y que en ocasiones, lo que parece una oportunidad puede terminar siendo una condena. A través de su testimonio, intentan advertir a quienes buscan el protagonismo a toda costa: la fama tiene un precio, y a veces, es demasiado alto.