Este 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género, las mujeres volvemos recordar a las que ya no están, fruto de que nuestra seguridad sigue sin estar garantizada, y gritamos 'basta', un día más, ante la violencia machista. Según la ONU, se calcula que, a nivel global, casi una de cada tres mujeres han sido víctimas de violencia física y/o sexual al menos una vez en su vida. Sin embargo, pese a esta triste realidad continúan erigiéndose algunas voces que la niegan. Inevitablemente, debido a su poder entre la opinión pública, los medios de comunicación han jugado un papel esencial, pero no siempre de manera positiva. En concreto desde la televisión, a lo largo de las últimas décadas, son muchas las mujeres que han denunciado la "complicidad" de la prensa con sus verdugos. El más reciente es el caso de Antonia Dell'Atte, pero también ha sido el de Rocío Carrasco, Mar Flores, Bárbara Rey, etc.
Todas ellas han tenido que sufrir la revictimización en sus propias carnes, el peso de etiquetas como "loca", "despechada" o "interesada" que trataban de alejarlas del perfil que se ha considerado adecuado para una víctima. Mujeres guapas, famosas, con una buena situación socioeconómica; factores que han servido para deslegitimarlas y dar voz a sus presuntos maltratadores, ya que no existe condena -algo a lo que siepre se han agarrado muchos-, en los platós de televisión.
En 2021 los espectadores asistían a un antes y un después. Con Rocío, contar la verdad para seguir viva, docuserie en la que Carrasco después de 25 años apartada de los focos, se asistía al testimonio de una mujer que había sido sentenciada antes de ser escuchada. Solo había bastado el relato incansable de su verdugo durante años. La producción de La Fábrica de la Tele realizó pedagogía y acercó a la audiencia la dura realidad que, desgraciadamente, muchas mujeres viven o han vivido. Los detractores y negacionistas no tardaron en salir, pero el movimiento generado era mucho más fuerte. Entre las piezas esenciales, Carlota Corredera, quien defendió a ultranza el feminismo desde la franja de máxima audiencia.
Su defensa acérrima de Rocío Carrasco le hizo pagar un peaje carísimo: su despido. Sin embargo, la presentadora no ha dado ni un solo paso atrás, convirtiéndose en todo un referente feminista entre la multitud de rostros que inundan nuestra pequeña pantalla. Por ello, ElPlural.com ha realizado una entrevista especial junto a ella por este 25N en la que ha analizado el papel de los medios, los fallos en la industria en materia de género o, más concretamente, el despido de Alessandro Lequio.
Pregunta: Te convertiste en una figura esencial en el movimiento surgido a raíz de Rocío, contar la verdad para seguir viva, que acabó derivando en el despido de Antonio David Flores tras el duro testimonio de Rocío Carrasco. Ahora que también se ha prescindido de Alessandro Lequio, ¿crees que sigue habiendo falta de autocrítica en los medios?
Respuesta: Muchísima, pero yo creo que nos falta autocrítica a todos, y no solamente a la prensa rosa. Nos falta autocrítica y también formación. Ahora se habla de que la juventud desconoce lo que sucedió durante la dictadura porque no se explicó en las aulas, y yo creo que pasa lo mismo con el tema del periodismo y la perspectiva de género.
Hay un vacío formativo que es muy importante, pero que más allá de la falta de formación y de la falta de perspectiva de género, también tiene que haber un interés. Esto también es un trabajo individual, de cada uno de los periodistas, trabajemos en el ámbito que trabajemos del periodismo. Tenemos que esforzarnos por aprender y por intentar hacer lo mejor posible nuestro trabajo. Creo que un periodismo que no es feminista, que no tiene perspectiva de género, no es un buen periodismo. Hasta que eso lo asumamos como un mantra y como una realidad incontestable, nos va a costar avanzar.
(P): Tras conocerse la noticia, Antonia Dell'Atte decía en No somos nadie que la prensa había sido "cómplice". Vemos como ese patrón se ha repetido en otros casos como el de Rocío Carrasco, Mar Flores, Bárbara Rey, Carmina Ordoñez... Mujeres que no entraban en el canon de lo que se suponía que tenía que ser una víctima de violencia de género por su condición socioeconómica, porque eran guapas, se codeaban con el poder, etc.
(R): Absolutamente. Tanto la denuncia de Mar como la de Antonia o de Rocío, señalan a la prensa como cómplice. Hay determinados sectores de la prensa que no solo no se dan por aludidos, sino que están enfadados por haber sido señalados. Si te pones como un niño pequeño: 'como me han dicho que no lo he hecho bien y que he sido cómplice de maltratadores, pues ahora cojo me enfado y no respiro'. Tiene que ser al revés, tienes que respirar, revisarte y ser consciente de que las cosas que no se han hecho bien, empecemos a hacerlas bien.
Claro que hemos sido cómplices, yo me incluyo. En el caso de Antonia Del'Atte, durante muchísimo tiempo, compré la narrativa de que Antonia estaba loca, de que era una mujer despechada. Al no haber una condena por malos tratos en todos los casos que estamos hablando, hay gente que se agarra a ello como un clavo ardiendo.
Hay sectores de la presa que están enfadados por haber sido señalados
Y ese es el tema en el que falta perspectiva, porque si tú te preparas un poco y estudias un poco la psicología y el contexto en el que las víctimas de violencia de género viven y sobreviven, el tema de que una de ellas retire una denuncia no significa que no haya sido víctima de malos tratos. Nos falta conocer las realidades de un enorme, por desgracia, número de mujeres en este país, porque más allá de los datos de las mujeres asesinadas y más allá de los feminicidios, que son muchas más mujeres que las que solamente han sido asesinadas por su pareja o expareja, hay muchísimas mujeres que viven escondidas junto a sus hijos de sus agresores, que están en alto riesgo de ser asesinadas.
Cuando nosotros hacemos televisión, cuando nosotros escribimos, cuando nosotros hablamos en la radio, hablamos también para ellas y hablamos también para sus hijos. Entonces, no cuesta tanto ser un poco más empático y pensar en que cuando tú te diriges o escribes, también lo haces para esas personas, para los familiares que no tienen a sus hijas o a sus madres o a sus hermanas y también para las mujeres que viven atormentadas por el miedo de que un día el sistema les falle y su asesino llegue a ellas o a sus hijos con la violencia vicaria.
Es un tema tan serio que me parece muy doloroso. Me parece muy doloroso que haya periodistas, que haya medios de comunicación que sean cómplices con su silencio, que sean cómplices con lo que dicen, porque intentan argumentar a favor de los maltratadores y en contra de las víctimas. Después de la entrevista a Dell'Atte en El País, el 12 de octubre, otro medio de comunicación de tirada nacional dedicó el siguiente sábado una página entera a intentar desmontar todo lo que había dicho. Me gustaría que esa prensa también hiciese examen de conciencia y se plantee la barbaridad que significa arropar a un maltratador que no tiene condena. Eso también es ética periodística y deberíamos revisárnoslo todos.
(P): En este sentido quizás uno de los fallos ha sido tomárselo a la ligera. Tratar estas informaciones como si fueran una más, frivolizando y mercadeando con la violencia de género. No nos damos cuenta de que estos discursos calan en la sociedad, que luego se perpetuan mitos como el de la mala madre.
(R): Muchas veces dicen que el entretenimiento es un género menor, como que estamos aquí pasando el rato, y es como que se queda grande para nosotros el tema de la violencia de género, la violencia machista. Lo que me gusta reivindicar desde que presenté el programa de Rocío es que el entretenimiento tiene mucha responsabilidad, la misma o más que otros tipos de periodismo, porque hay muchas mujeres viéndonos o leyendo revistas. Por eso hay que pensar muy bien lo que decimos, cómo lo decimos y el mensaje que trasladamos a las víctimas.
En el caso de Mar Flores, ha denunciado el maltrato mediático que recibió por parte de todos y dice que percibe que la sociedad ha avanzado más rápido que los propios medios. Pues habrá que hacérselo mirar, lo mínimo es que repasemos lo que dijimos, entonemos el mea culpa e intentemos no volver a repetirlo. Lo increíble en su caso es que, lejos de corregirnos y de ser conscientes de lo que hicimos mal para no volver a hacerlo, lo repetimos como si no hubiesen pasado 25 años. A mí eso me cabrea mucho porque dice muy poco de determinados medios.
Me parece que es incluso más difícil quedarnos hace 25 años que avanzar, pero también me alegra mucho y creo que parte de lo que ha sucedido con el despido de Alessandro Lequio también tiene que ver con ese cambio que ha habido en la sociedad. Lo decía el otro día mi compañera María Patiño, la gente ya no compra determinados discursos, la gente ya no quiere ver silencios cómplices o ver a personas que han sido señaladas cobrando dinero en televisión por seguir ejerciendo machismo.
Una persona que ha sido un maltratador o que ha sido señalado como maltratador, si no solamente les proteges sino que les jaleas, les aúpas, al final ¿qué mensaje estás lanzando a la sociedad? ¿Qué mensaje se ha lanzado a la sociedad durante todo este tiempo con Alessandro Lequio o con otras personas que han pasado por caja para seguir maltratando a sus víctimas en televisión? A raíz de lo que ha pasado con Alessandro, yo no creo en los milagros, yo no creo en que la gente cambie mentalmente y evolucione en segundos, pero sí quiero creer que lo que hemos vivido en los últimos tiempos en televisión es el tocar fondo.
Lo mínimo es que repasemos lo que dijimos, entonemos el mea culpa e intentemos no volver a repetirlo
Necesito creer que ya no va a volver a pasar y que cosas que han sucedido recientemente en platós de televisión no vuelvan a suceder. A lo mejor lo hacen porque ya las audiencias no les acompañan, a lo mejor Lequio está fuera porque ya no generaba las audiencias que generaba y no por lo que ha hecho o por lo que ha sido acusado, o por la televisión que hacía. Porque más allá de lo que hizo con Antonia, con Mar o con otras de las mujeres de su vida, Alessandro ha ha practicado el machismo en todas sus vertientes que se pueden hacer en televisión cada vez que estaba en plató. Ha sido público con colaboradoras.
Nosotros tenemos una compañera que lo ha dicho también. Marta Riesco ha contado que se quejó en varias ocasiones de las actitudes machistas que tenía Lequio con ella que y le dijeron que siguiente ventanilla, que ellos no iban a hacer nada. Entonces, a mí me gustaría creer que, o por bajada de audiencias o por cambio de paradigma o por lo que sea, eso no vuelva a suceder.
Que Lequio esté fuera es una victoria de todas las mujeres. Yo no le deseo ningún mal. Cuando me alegro de su despido no me alegro de que no tenga trabajo, no me alegro de que no vaya a tener ingresos, me alegro porque creo que es una decisión que marca un antes y un después y que es importantísimo el mensaje que se lanza a las víctimas. Cuando Antonia entró en directo el otro día yo le dije: '¿eres consciente de que esto no es solo una victoria tuya, sino de todas las mujeres?'. Me pareció increíble que en un momento de euforia como ese tuviese un recuerdo para las asesinadas y creo que ese discurso la aleja mucho de la imagen de mujer despechada y loca que intentaron vendernos y que por desgracia compramos.
(P): Cuando se despidió Antonio David Flores, tú misma lo anunciaste al arrancar Sálvame, abriste el programa anunciando su despido. Es cuanto menos llamativo que ahora, con el despido de Lequio, ni Ana Rosa ni su productora se han pronunciado sobre ello.
(R): ¿Sabes lo que pasa? No me gustaría que se interpretase cualquier cosa que yo pueda decir ahora como hacer leña del árbol caído. Yo he trabajado con el equipo de Ana Rosa, con la propia Ana Rosa. De hecho, ella fue la primera persona que me dio una oportunidad para trabajar en televisión delante de las cámaras No tenemos relación ahora, pero no me gustaría cebarme, lo fácil sería eso. Congratularme, celebrar, festejar.
Yo creo que ella y toda su productora tienen que hacer realmente un análisis muy muy detenido de lo que ha sucedido. Les corresponde dar la voz o callarse. Evidentemente, el silencio habla y a veces es atronador. Alguien ha decidido que la política comunicativa en estos momentos debe ser el silencio.
Nosotros no nos enteramos de esa noticia por Mediaset, nos enteramos por El País. Entonces, bueno, aquí cada uno se retrata con su silencio. Como dice el refrán: soy dueña de mis silencios y esclava de mis palabras.
Con lo que me quedo es con que la decisión se ha tomado y me parece que es una victoria de todas porque, además, parte de esta victoria también está en la audiencia, que decide soberanamente lo que quiere ver o lo que no quiere ver en televisión. Tanto que se habló durante un tiempo, y a mí me pasó mucha factura personal y profesional, de lo que había perjudicado a Mediaset el paso de Rocío Carrasco por Telecinco. Se vendió o se envolvió como que habíamos perjudicado a la cadena, su imagen y las audiencias, lo cual era mentira. Y, bueno, ahora que Telecinco está en su mínimo histórico, ha llegado el final de Alessandro. No sé exactamente cuál es la relación entre una realidad y la otra, pero con lo que me quedo es con que es una muy buena noticia para el periodismo, para la televisión, para el feminismo y, fundamentalmente, para todas las mujeres.
Ana Rosa tiene que hacer un análisis detenido de lo que ha sucedido. El silencio habla y es atronador
(P): Con Rocío, contar la verdad para seguir viva marcastéis un antes y un después con respecto al tratamiento de la violencia de género en televisión. Recuerdo que, en su momento, dijiste que te era imposible ponerte de perfil ante una situación así. ¿Llegaste a pagar un precio muy alto por defender lo que tocaba defender?
(R): Pagué un precio altísimo. Pagué el precio como quedarme sin trabajo y que mi carrera profesional se quedase detenida en el tiempo durante muchos meses, varios años. El precio fue muy alto, sí, pero es que lo volvería a hacer.
Seguramente cambiaría cosas, no soy perfecta ni soy infalible. Es posible que, ahora mismo, con lo que sé y con lo que he vivido, no lo hiciese todo exactamente igual, pero en esencia sí. Entro en contacto con una realidad como es la de las víctimas de violencia de género mucho antes de presentar el programa de Rocío. Desde 2018 a 2019, después de la huelga de periodistas del 8M, tomé conciencia del feminismo y hago un click enorme en mi cabeza. Las gafas violetas me lo cambiaron todo. Entonces, cuando llego al programa de Rocío lo hago con unos conocimientos, con un interés por saber, por aprender, por ejercer esa perspectiva de género en mi trabajo.
El colofón máximo que te puede llegar cuando tienes ese interés y esa inquietud es presentar un programa como el de Rocío. Si ya no me había puesto de perfil con las víctimas anónimas, ¿por qué me tengo que poner de perfil con una víctima que es famosa y que encima está explicando y demostrando su verdad? Considero que pagué un precio muy alto y muy injusto, pero no se consiguen avances sin este tipo de peajes. El otro día leí una expresión que me gusta mucho: "El feminismo incomoda, pero es que si no molesta entonces no es una protesta".
No hay ninguna periodista que esté en primera línea que defienda el periodismo feminista y la igualdad a la que no le llueva hate, a la que no le lluevan campañas de difamación y a las que no le llegue, incluso como me llegó a mí, el apartarme de la presentación del programa que estaba haciendo en aquel momento. Ojalá algún día deje de pasarnos factura a las periodistas el ejercer el periodismo feminista.
Lo que más me preocupa es el mensaje tan perverso y tan peligroso que se le lanza a las víctimas desde los medios
(P): Aseguras que esta decisión puede marcar un antes y un después. ¿Qué reflexión tenemos que hacer los medios a raíz y qué pasos hay que seguir dando para que de verdad sea efectivo?
(R): Hay que tomar conciencia desde todos los niveles de las jerarquías. Los primeros que tienen que tomar conciencia y ser responsables con esto son las personas que están al frente de las empresas periodísticas y de televisión, y después eso tiene que ir desde arriba hasta abajo. Llegará un momento en el que nos parecerá marciano que no haya una persona en cada redacción, en cada televisión, en cada periódico, que no haya una persona responsable de género que pueda estar revisando que las cosas se hagan bien, que no se caigan en bulos machistas y que se haga un buen periodismo. Es importantísima esa figura y estamos tardando en tenerla.
Y, sobre todo, dar un paso adelante y reconocer que todos nos hemos criado en una cultura machista. Esto no va de señalar y de condenar, sino de aprender. Igual que las mujeres no nacemos feministas y los hombres no nacen machistas, los periodistas tampoco nacemos libres de nuestro contexto y de nuestra cultura, pero creo que hay que hacer un esfuerzo personal y conjunto porque no vuelva a haber estas complicidades, estos silencios.
Lo que más me preocupa es el mensaje tan perverso y tan peligroso que se le lanza a las víctimas desde los medios. Cuando una mujer da el paso de denunciar, que es una de las decisiones más complicadas de su vida, todos tenemos que estar ahí para que el sistema no le falle. Y que el sistema no le falle a esa mujer que da el paso de denunciar depende de todos, nos interpela a todos como sociedad y a los que tenemos un altavoz como los periodistas también nos apela en lo profesional.
La solución pasa por todos, por nosotras y también por los hombres. No creo en un feminismo excluyente, el feminismo no avanzará si no tenemos aliados y si ellos no son conscientes de los privilegios y están dispuestos a perderlos, a cedernos, a que recuperemos el poder que se nos ha arrebatado en los últimos ocho mil siglos.
Me gustaría que este 25 de noviembre seamos conscientes de que no es solamente el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres. Es el día de todos, de nosotros, de nosotras, de nosotres, y que nos interpela absolutamente a todos.
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