Para quienes de cierta forma nos dedicamos a la música, siempre ha estado claro cuáles son sus beneficios. La sensación después de un duro dia de trabajo, coger tu instrumento y ponerte a chapurrear cualquier melodía que se te venga a la cabeza, es indescriptible. Una liberación del cuerpo comparable a correr una maratón, pero sin sudar y si tanto cansancio.

Tocar, cantar, bailar incluso leer música producen en el cerebro no solo esa sensación de placer y libertad, sino una coordinación perfecta del cuerpo que, a su vez, repercute en una satisfacción total, como pasar de misión o terminar por fin un trabajo pendiente. Y aunque todo parezca muy bucólico cuando lo cuenta un músico (o pseudomúsico), hay mucha ciencia detrás de esto.

Los efectos de la música siguen fascinando a científicos y músicos

Los poderes de la música

Desde los tiempos de Aristóteles y Pitágoras hasta la actualidad, se ha utilizado la música como una herramienta para expresar emociones, celebrar eventos importantes y promover el bienestar físico y emocional. Detrás de esta experiencia aparentemente simple se esconde una compleja interacción entre este arte y nuestro cerebro, una danza de neuronas y neurotransmisores que sigue fascinando a científicos y músicos por igual.

Cuando escuchamos música, el cerebro se enciende en una sinfonía de actividad. Las áreas auditivas de la corteza cerebral se activan para procesar el sonido, mientras que regiones asociadas con la emoción, la memoria y el movimiento también entran en acción.

Puede desencadenar respuestas fisiológicas en nuestro cuerpo

Activación sensorial

Esta activación multisensorial sugiere que esta manifestación artística tiene un alcance mucho más amplio en nuestro cerebro de lo que podríamos haber imaginado. Además de sus efectos emocionales, también puede desencadenar respuestas fisiológicas en nuestro cuerpo.

La liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, asociados con el placer y el estado de ánimo, respectivamente, puede explicar por qué puede ser tan placentera y motivadora para muchas personas.

Música y memoria

También está estrechamente vinculada a la memoria. Una simple melodía puede evocar recuerdos y asociaciones emocionales de épocas pasadas, para proporcionar una ventana a nuestro propio pasado.

Incluso las personas con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer a menudo pueden recordar canciones y melodías de su juventud, lo que sugiere que esta manifestación artística puede tener implicaciones terapéuticas en el tratamiento de trastornos relacionados con la memoria.

“La música lleva a los pacientes a un espacio conocido dentro de ellos mismos. Los relaja sin efectos secundarios”, afirma Manjeet Chadha, directora de oncología radioterápica de la red de salud Mount Sinai Downtown de Nueva York.

Terapias alternativas

Aunque en España nos queda un gran camino por recorrer en este campo, son muchos los pacientes que buscan terapias alternativas relacionadas con la musicoterapia para calmar sus síntomas y visualizar su recuperación, a través de la activación del cerebro con melodías y vibraciones. En este ámbito surgen la ciencia de las frecuencias Solfeggio.

Estas frecuencias están relacionadas con una antigua escala musical conocida como el "Solfeggio", que consiste en seis notas musicales.

La teoría afirma que estas frecuencias pueden tener efectos curativos en el cuerpo y la mente, y se dice que han sido utilizadas desde la antigüedad con propósitos terapéuticos. Estas frecuencias pueden restaurar el equilibrio en el cuerpo, desbloquear energía estancada, aliviar el estrés y promover la curación física y emocional.

Las frecuencias Solfeggio se derivan de los textos medievales que describen una escala musical utilizada en la música sacra. Estas frecuencias se basan en una escala de seis tonos que consiste en las siguientes frecuencias en hercios (Hz):

  • Ut - 396 Hz
  • Re - 417 Hz
  • Mi - 528 Hz
  • Fa - 639 Hz
  • Sol - 741 Hz
  • La - 852 Hz

Beneficios de las distintas frecuencias

432 Hz. Era el sistema de afinación estándar antes de mediados del siglo 20. Un estudio de doble ciego de Italia indicó que la música afinada a 432 Hz disminuye el ritmo cardíaco. Esta frecuencia llena la mente con una sensación de paz y bienestar 

528 Hz. En un estudio japonés de 2018 se descubrió que la música afinada a la frecuencia de 528 Hz reducía de forma significativa el estrés en los sistemas endocrinos y nerviosos autónomos, incluso solo cinco minutos después de la escucha. 

En un estudio publicado en el Journal of Addiction Research & Therapy, la frecuencia de 528 Hz redujo los efectos tóxicos del etanol, ingrediente activo de las bebidas alcohólicas, sobre las células. Pero lo más impresionante fue que esta frecuencia aumentaba la vida de las células en un 20 por ciento.

174 Hz. La frecuencia solfeggio más baja reconocida es 174 Hz, también conocida como la frecuencia curativa.La baja frecuencia relaja los músculos, reduciendo el estrés y actuando como un analgésico natural.