Si estás pensando en hacerte microinfluencer para ganarte la vida, te lo puedes ir quitando de la cabeza. No lo decimos nosotros, sino los autores de la investigación Ser 'microinfluencer': una actividad insostenible para los jóvenes que la desarrollan, realizada por Santiago Giraldo-Luque e Isabel Villegas-Simón, de la Universitat Autònoma de Barcelona; Alessandro Bernardi, de la plataforma de análisis de métricas sociales Social Elephants; y Cristina Fernández-Rovira, de la Universitat de Vic-Universitat Central de Catalunya.

Las conclusiones del estudio, que publica el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa” señalan que “Los ingresos que perciben los ‘microinfluencers’ por sus publicaciones en las redes sociales no son proporcionales al impacto que generan en sus comunidades digitales”.

Las grandes marcas se aprovechan del trabajo intangible que hay detrás de la creación de una comunidad de estas características

Más esfuerzo que beneficio

“Las grandes marcas se aprovechan del trabajo intangible que hay detrás de la creación de una comunidad de estas características”, explica a El Telescopio Giraldo-Luque. El número de seguidores está entre cinco mil y cien mil seguidores, los denominados microinfluencers o, como prefiere denominarlos Giraldo-Luque, microprescriptores.

Sobre todo, porque “el tiempo que lleva construir una comunidad es muy largo. Nosotros hablamos de ocho años para consolidar una comunidad de usuarios más o menos estable”. Y, por desgracia, “esos ocho años no te los paga nadie y has invertido muchas horas de trabajo en generar esos contenidos”, señala el investigador.

Parte de ellos ni siquiera reciben ni tienen intención de recibir una retribución económica

Desigualdades

Los autores también apuntan a que no siempre se busca una compensación económica: “La mayoría no se dedican a jornada completa a ser prescriptores. Parte de ellos ni siquiera reciben ni tienen intención de recibir una retribución económica sobre lo que hacen”.

Entre quienes sí deciden buscar unos ingresos, se producen desigualdades. Por un lado, “hay uno que podría ganar 200 euros por publicación y cobraba 15”, nos descubre Giraldo-Luque.

Pero también “hay otros a quienes les sale a cuenta, que ganan más: por proyección de cálculos deberían ganar 12 y están ganando 200 o 300 euros. Al menos, es lo que declaran. Pero en principio son datos adecuados”.

La mayoría cobra menos de lo que debería

Engagement

El cálculo se realiza en base a la respuesta de la audiencia: “Calculamos cuánto podría generar, en términos de engagement [vinculación] y de interacciones con la marca, la comunidad que tiene esa persona -a través de métricas como cuánto contenido e interacción genera-. Y, efectivamente, la mayoría de ellos cobra menos de lo que debería. Está bastante lejos”.

Aun así, mucha creación de contenidos se realiza sin esperar compensación: “En el caso de los libros, algunos de ellos decían que lo hacían por gusto y que es verdad que recibían algunas publicaciones para que las comentaran, pero que ni recibían ni esperaban ningún tipo de retribución”.

Tanto la plataforma, como la empresa se llevan ganancias importantes que no se retribuyen

Otros beneficios

Lo que se busca es otro tipo de beneficio: “Hay otros valores que les interesen más, como el prestigio social en algún tipo de contenido temático en una rama en la que quieren especializarse”.

Sin embargo, el resto de implicados no tienen el mismo enfoque: “Lo cierto es que, al final, tanto la plataforma, como la empresa que utiliza este tipo de servicios publicitarios sí se llevan ganancias económicas importantes que no se retribuyen”.

Eso provoca situaciones como la de “alguno de los que no cobran, que podría llegar a ganar 400 euros, por la cantidad de engagement que generan sus publicaciones”.

Es un poco como a ojo: yo te ofrezco esto y tú aceptas o no

Poca preocupación

En general, hay poca preocupación por fijar tarifas: “Es curioso, porque es un poco como a ojo: yo te ofrezco esto y tú aceptas o no en base a lo que saben tanto el usuario como la marca cuanto se paga”.

Otra solución es buscar un enfoque más profesionalizado, incluso con ayuda de compañías expertas, como señala Giraldo-Luque: “Yo creo que existe un desconocimiento de la propia capacidad. Muchos de ellos no hacen análisis de su audiencia, no están ligados a las agencias que hay que miden milimétricamente la capacidad que tiene cada uno de ellos y les pueden ayudar a negociar mejor”.