Desde el final del estado de alarma los accidentes de tráfico están repuntando. Concretamente desde el 21 de junio hasta el 8 de julio fallecieron en vías interurbanas 60 personas, 11 más que en el mismo periodo del año anterior, lo que supone un incremento de un 22 por ciento. No lo decimos nosotros, lo dice la DGT.

Este año, quizá más que nunca, los españoles hemos optado por vacaciones en destinos nacionales y eso supone más desplazamientos en coche y, por tanto, más riesgo en las carreteras.

Desde el 21 de junio hasta el 8 de julio fallecieron en vías interurbanas 60 personas

Aunque algunos ya hemos ido y hemos vuelto, otros se preparan para la gran diáspora de agosto. Por eso, en El Telescopio hemos querido analizar cómo influye la tecnología en la conducción y, sobre todo, en la seguridad vial.

a 120 km/h, si miras el móvil durante tres segundos, recorres 100 metros sin control

Positivo y negativo

Como no podía ser de otra manera, tiene su lado positivo y su lado negativo. “Aunque la tecnología puede ayudarnos, no debemos olvidarnos de nuestra responsabilidad como conductores y pensar que la electrónica del vehículo se va a «encargar de todo» por nosotros”, afirma Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE.

En lo que no hay dudas, es en que al volante, nada de llamadas. “Hablar por el móvil mientras se conduce es un gravísimo peligro para la seguridad vial, ya que se estima que puede estar detrás de una de cada tres víctimas mortales, tanto en vías urbanas como interurbanas”, explica Monclús.

Se estima que hablar por el móvil puede estar detrás de una de cada tres víctimas mortales

Y nada de llamadas significa que no es una cuestión de dispositivos, sino de la distracción que suponen. “La solución no son los sistemas manos libres, pues –aun usando esa funcionalidad de nuestros vehículos-  sabemos que se deja de percibir la mitad de la información –incluidas las señales de tráfico- necesaria para conducir con seguridad”.

Mejor esperar

Como señalan desde la DGT, “No hay nada tan importante que no pueda esperar, por tanto el móvil en modo coche y ninguna otra distracción al volante”. A lo que Monclús añade: “La recomendación es clara, todos los organismos gubernamentales (desde los Ayuntamientos, comunidades autónomas, Gobierno Central, hasta la Unión Europea y la ONU), como no gubernamentales, así como las asociaciones de víctimas, están de acuerdo en que cuando se conduce hay que olvidarse del teléfono móvil. En caso de necesidad urgente, lo que hay que hacer es detenerse en una zona segura fuera de la circulación y atender la llamada o el mensaje que se ha recibido”.

Pero, como decíamos, no todo son malas noticias cuando hablamos de tecnología y seguridad vial. “Los navegadores son una notable ayuda a la conducción. No solo nos ayudan a encontrar la mejor ruta hacia nuestro destino, sino que además proporcionan una valiosa información sobre posibles incidencias en el tráfico (obras, siniestros, desvíos, etc.) o sobre las áreas de descanso, restaurantes o gasolineras disponibles en el camino”, señala Monclús.

Eso sí, hay que saber cuándo programarlo. “El problema aparece cuando durante la marcha desviamos la atención de la carretera para manipularlo. Pensemos en que si viajamos a 120 kilómetros por hora por una autopista o una autovía, si llevamos la mirada a la pantalla del GPS durante  3 segundos, habremos recorrido 100 metros sin ningún tipo de control”.

La solución es bien sencilla: “Programar la ruta antes de iniciar la marcha y no manipular el navegador si el coche no está detenido, o que lo manipule el copiloto que nos acompañe en ese momento”.

Los avances tecnológicos de los últimos años han supuesto una auténtica revolución en la seguridad vial y reducción de siniestros 

Innovación

La innovación en este campo ha supuesto mejoras notables. “Los avances tecnológicos de los últimos años han supuesto una auténtica revolución en lo que a seguridad vial y reducción de siniestros se refiere”, comenta Monclús.

Y, a su juicio, los avances continuarán en el futuro: “En los últimos tiempos se está hablando mucho de los sistemas avanzados de ayuda a la conducción (ADAS) y de cómo ayudan a reducir el número de fallecidos y lesionados graves por siniestros de tráfico. Según la Dirección General de Tráfico, sistemas como el asistente de velocidad inteligente, el frenado autónomo de emergencia o el asistente de cambio involuntario de carril permitirían reducir a más de la mitad (un 57 por ciento) el riesgo de sufrir un siniestro, lo que se traduce en que más de 50.000 siniestros se evitarían, o sus consecuencias serían significativamente menores”.

No obstante, la componente humana es a día de hoy la más importante. Por eso, recogemos aquí también otras recomendaciones de la DGT:

  • Atención a los desplazamientos de corto recorrido.
  • Los límites de velocidad son para cumplirlos y su establecimiento no es arbitrario.
  • No hay nada tan importante que no pueda esperar, por tanto el móvil  en modo coche y ninguna otra distracción al volante.
  • Todos con el cinturón de seguridad, ya que es nuestro seguro de vida cuando viajamos en un vehículo.
  • Y por supuesto… si vas a conducir ni alcohol ni drogas.
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En las cárceles dependientes de la Administración General del Estado hay 4.542 personas privadas de libertad con algún tipo de delito relacionado con la seguridad vial

Problema serio

La conducción es algo para tomarse muy en serio. Ayer mismo, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, presentaba el primer informe integral sobre los delitos de seguridad vial y su incidencia en el ámbito penitenciario, un documento que refleja que “en las cárceles dependientes de la Administración General del Estado hay 4.542 personas privadas de libertad con algún tipo de delito relacionado con la seguridad vial, lo que viene a representar el 9 por ciento de la población penitenciaria. De ellas, 1.159 tenían como delito principal la seguridad vial (un 2,3 por ciento de las personas en prisión)”.

Según el ministro, “quienes cometen infracciones que les conducen a prisión lo hacen porque incurren en un doble error. Por un lado, no perciben el riesgo de las imprudencias que cometen pese a que, como hemos visto, las consecuencias son gravísimas y muy costosas. Por otro lado, muestran una equivocada sensación de impunidad cuando, según nos muestran las estadísticas, el grado de represión de estas conductas lesivas es muy alto”.