Si hay un estereotipo que se aplica a la juventud del siglo XXI –sobre todo a la generación millennial- es que no quiere asumir responsabilidades. “Se ha instalado un discurso público en el que se les acusa de todo: de vagos, de infantiles, de comodones que no salen de casa de sus padres, que son unos egoístas que no quieren formar una familia...”, nos explica Marga Torres.   

Sin embargo, su experiencia con ese colectivo es muy diferente: “Yo doy clase en la universidad y lo que veo es todo lo contrario, es la sensación de que quieren vivir solos o con sus parejas, que quieren tener hijos siendo jóvenes y económicamente no pueden porque tienen mucha inestabilidad económica, no se lo pueden permitir y eso genera mucha frustración”. 

No trabajar las horas deseadas genera frustración 

Trabajar más 

Torre acaba de publicar el estudio Desajustes entre las horas trabajadas y deseadas en la población joven en el Observatorio Social de “la Caixa”. “La conclusión es que quieren trabajar más y en España es clarísimo”.  

En los países del sur de Europa es donde la tendencia es más acusada: “En Italia han pasado del 50 por ciento de trabajo a tiempo parcial involuntario al 80 por ciento aproximadamente. Y en España hemos pasado de algo menos del 40 por ciento antes de la crisis a casi el 65. Es un crecimiento enorme y no pasa en todos los países”.  

De hecho, en países del norte esas cifras rondan el 10 por ciento o menos. Torre apunta al estado del bienestar como posible causa: no hay trabajo involuntario, porque las personas ya cuentan con las ayudas necesarias para vivir.  

El colectivo de jóvenes profesionales y directivos es el que más acusa el exceso del tiempo de trabajo 

Exceso de trabajo 

Por otro lado, una de las conclusiones de su investigación es que el colectivo de jóvenes profesionales y directivos es el que más acusa el exceso del tiempo de trabajo, seguido de las madres con hijos. 

“El número de personas que desean reducir su jornada es comparativamente más bajo, pero su incremento se ha dejado notar desde el año 2000. Los jóvenes empleados en ocupaciones directivas y profesionales (médicos, desarrolladores, analistas de datos, analistas financieros y gerentes de hostelería y comercio, entre otros) son los principales afectados por la cultura de las jornadas largas de trabajo y querrían una reducción del 35% de su jornada, frente a la reducción del 19% que desearía el personal administrativo”, señala su artículo en el Observatorio Social de “la Caixa”. 

La solución en ambos casos es replantear la productividad 

Otro punto de vista 

María Álvarez tiene, junto a una socia, dos empresas: “una en el sector de los trabajadores inmateriales, de marketing; y otra en la hostelería. Y vemos claramente esta dualidad que refleja Marga. La solución en ambos casos pasa por lo mismo: replantear la productividad, no para llevársela a la cuenta de resultados, sino para repartirla también con los trabajadores”, afirma. 

También es una de las fundadoras de la plataforma 4suma! por la jornada laboral de cuatro horas. “Hay una dualidad enorme en el mercado laboral español actual. Hay un gran porcentaje de personas que quieren trabajar más horas porque necesitan más salario. Es el fenómeno de los trabajadores pobres, que se produce en todo el mundo. Y luego hay otro segmento de la población que son profesionales ejecutivos, con buenos salarios y trabajos más estables, pero que son incompatibles con su vida”, explica.  

Desde su punto de vista, “la solución a ambos fenómenos es la misma: provocar una revolución de la productividad, particularmente en las pymes en este país, que son los grandes empleadores; y que esa revolución nos permita que los trabajadores bien pagados reduzcan su jornada y que quienes necesitan mejores condiciones y salario puedan acceder a puestos en su mismo sector, pero más productivos”. 

Trabajar menos horas de las que se quiere está directamente relacionado con la autoestima 

Consecuencias 

Los desajustes entre las horas que una persona trabaja y las que desearía trabajar tienen importantes consecuencias a nivel personal, familiar y organizativo. “Trabajar menos horas de las que se quiere está directamente relacionado con la autoestima. Entre los jóvenes estas consecuencias son especialmente importantes”, explica Torre. 

Pero las consecuencias no son solo en el plano psicológico. Tener una jornada menor de la deseada genera problemas a medio y largo plazo: “Cuando entras en el mercado laboral, aparte de la remuneración, es fundamental acumular horas de trabajo, es decir, ganar capital humano y formación. El hecho de que no acumulen estos años de experiencia, los pone en una situación muy vulnerable a la hora de poder progresar y hacer carrera. Salen de la universidad con conocimientos generales, pero cuando empiezas a trabajar adquieres habilidades específicas. Y esto tiene un efecto cicatriz a medio y largo plazo”. 

Mujeres e inmigrantes extracomunitarios son quienes más sufren 

Reflejo social 

La situación tiene un reflejo social: “Tampoco consiguen la independencia económica y eso hace que se retrase la edad de emancipación, se postergue o se renuncie a la maternidad y a la formación de núcleos familiares”, analiza Torre. 

Además, las vulnerabilidades son acumulativas: “Dentro de un grupo de perdedores de la crisis, que son los jóvenes, de esta brecha intergeneracional que se está abriendo, hay diferencias. Mujeres e inmigrantes extracomunitarios son quienes más lo sufren. Los trabajos típicamente femeninos a menudo son a tiempo parcial, tienen menos prestigio, están peor remunerados que los masculinos. Si a un trabajo que ya está mal remunerado, encima le quitas horas, no salen las cuentas”. 

Para las empresas también tiene efectos negativos: “Tener empleados insatisfechos nunca es bueno para la productividad”. 

Tienes que formar a la gente que entra a trabajar contigo y darles perspectivas de futuro 

 
quid pro quo

Soluciones 

Cuando le preguntamos si hay soluciones que se puedan poner en práctica, asegura que es una cuestión de quid pro quo entre empresas y jóvenes: “Tienes que formar a la gente que entra a trabajar contigo y darles perspectivas de futuro para que también inviertan tiempo y esfuerzo en adquirir ese conocimiento. Si vas haciendo contratos de tres meses, lo que la gente está haciendo mientras está en tu empresa es buscar el siguiente trabajo. Hay que darles perspectivas de futuro”. 

Y es necesario mejorar las condiciones: “Hay mucho contrato basura. No puedes tener a alguien que tiene un grado y un máster haciendo prácticas por 200 euros o no remuneradas, que en muchos casos son así. Hay que planteárselo como que la gente joven sale muy preparada, aunque no tenga 20 años de experiencia”, concluyeTorre.