Héctor Suárez es el coordinador del programa de inserción sociolaboral Incorpora de ”la Caixa”, en la fundación Formació i Treball, una de las casi 500 entidades colaboradoras que participan en él. Esta iniciativa, que lleva ya 14 años en marcha, facilitó 36.803 puestos de trabajo a personas vulnerables a lo largo de 2019. Más de la mitad de ellas eran mujeres; además, aproximadamente uno de cada cuatro contratados tenía alguna discapacidad y los otros tres se encontraban en riesgo o situación de exclusión.

Hemos hablado con él para que nos cuente cómo consiguen continuar con su actividad durante estos días de confinamiento. Una labor fundamental, como explicaba el presidente de la Fundación Bancaria ”la Caixa”, Isidro Fainé: “Conseguir trabajo va mucho más allá de un contrato. Cada historia de superación es fruto del trabajo en equipo de nuestra red de entidades sociales, en la que los técnicos tienen un papel clave, acompañando personalmente a cada usuario”.

Conseguir trabajo va mucho más allá de un contrato

¿Cómo estáis viviendo la situación actual?
Seguimos con la misma actividad, pero dimensionada a las necesidades actuales. Incorpora nos permite seguir incorporando personas al mercado laboral y seguir haciendo intermediación, porque las empresas siguen demandando perfiles profesionales: en supermercados, en geriátricos, en centros de logística, etc.

En nuestro caso, el mayor reconocimiento tiene que ser para los técnicos y técnicas de inserción laboral. Son los que están en primera línea de batalla, los que están acompañando a las personas, ofreciéndoles información relevante. Hay que tener en cuenta que todas las disposiciones laborales que está realizando el gobierno hay gente que no las entiende y hay que hacer esa parte de traducir la legislación. Hay gente que estaba trabajando y que se ha visto afectada por un ERTE. También estamos haciendo todo el acompañamiento de cómo tienen que proceder.

La fundación Formació i Treball sigue repartiendo comida entre los más necesitados

¿Qué papel jugáis entidades como Formació i Treball en esta crisis?
Se presupone que el estado del bienestar es capaz de soportar todo esto y nos estamos dando cuenta de que las organizaciones y las entidades sociales –que somos la última frontera antes de que la gente no tenga dónde acudir- estamos jugando un papel muy importante.

El estado del bienestar es mucho más frágil de lo que se piensa. Teníamos una imagen cuando se decretó el estado de alarma, en la que las instituciones están suponiendo que todo el mundo tiene internet, que todo el mundo tiene dinero para poder ir a un supermercado, que todo el mundo tiene movilidad, etc. y eso no es así. Hay gente a la que le tenemos que llevar el menú o la comida a casa, gente que no tiene recursos.

El estado del bienestar es mucho más frágil de lo que se piensa

¿Qué necesidades os encontráis?
Nosotros somos unos privilegiados, yo el primero, porque puedo teletrabajar. Pero hay gente que no puede hacerlo. Hay mujeres que no tienen con quién dejar a los hijos y no pueden trabajar. Están pidiendo a los niños que sigan las clases online, cuando hay muchas familias que ni tienen internet ni ordenador en casa.

Las mujeres, una vez más, son las que cargan con el peso de la situaciones
Tanto los supermercados, como la atención sociosanitaria son sectores que están muy feminizados. Y hay que hacer un reconocimiento a esas personas: gente que puede no tener muchos estudios, pero sin embargo están al pie del cañón, trabajando y haciendo todo lo que está en sus manos.

Hay un miedo latente: cómo se va a configurar la economía después de que pase todo esto

Y mucha incertidumbre
Hay un miedo inmediato, que es el miedo a enfermar o a perder el trabajo. Pero hay un miedo latente que es cómo se va a configurar la economía después de que pase todo esto, porque es un colectivo que ya de por sí está en riesgo de exclusión social.

Estamos utilizando diferentes herramientas como Zoom o Google Hangouts para hacer actividades formativas y que la gente también tenga recursos para lo que venga después de esta pandemia.

¿Cuál es el retrato robot de un beneficiario vuestro?
El beneficiario es una persona en riesgo de exclusión con las casuísticas habituales: parado de larga duración, mayor de 45 años, familia monoparental o colectivo inmigrante. Aunque hay otras tipologías.

¿Cómo los ayudáis?
Hacemos un itinerario de formación e inserción laboral a medida a cada usuario. Hacemos la mediación: revisamos las ofertas de trabajo con ellos, analizamos cuáles les pueden encajar mejor, los ayudamos a mejorar su empleabilidad a través de formaciones, nuestras y de otras entidades de Incorpora, porque lo que el programa postula es que todas trabajemos en red en la mayor medida de la posible.

Incorpora también asesora para el autoempleo, para la creación de tu propio negocio. Y, en nuestro caso, tenemos una variante que es Reincorpora, que está destinada al colectivo que está privado de libertad.

¿Están demandando perfiles las empresas?
Las grandes superficies para reposición, caja o frescos –carnicería y pescadería, que son posiciones muy demandadas-. El sector logístico, aunque en muchas ocasiones están pidiendo personas con carné C –el de camión- y en nuestro colectivo es complicado que lo puedan tener. Y la atención sociosanitaria, que hay muchísimas ofertas para geriátricos y residencias y nosotros tenemos muchos ayudantes de enfermería.

¿Ayudáis también a los contratantes?
Con las empresas trabajamos la responsabilidad social, el reconocimiento público a su labor social con el sello Incorpora, los valores que tienen que tener una organización en el ámbito de la mejor social y económica…

Ofrecemos una visión competitiva y productiva, en beneficio de la empresa, pero poniendo a su disposición personas que están en riesgo de exclusión social. También las asesoramos sobre ventajas fiscales, incentivos y bonificaciones sociales, cláusulas sociales en contratos de sector público, etc.