Con el discurso y las formas propias de quien se cree tocado por los dioses, Nicolás Maduro sigue dándole vueltas a la posible causa del gran apagón que desde hace unos días afecta a Venezuela provocando graves problemas.

Mientras en las últimas horas en algunas zonas de la capital Caracas y otras ciudades del país empiezan a recuperar el suministro eléctrico, el presidente -o no- del país, en tanto busca una solución que debería aportar su propio Gobierno, mantiene que el origen de este incidente se encuentra en EEUU. Responsabiliza a su ejecutivo de ser el verdadero causante del apagón utilizando para ello tecnologías que solo tiene la nación de Donald Trump.

Maduro no ha dejado de repetir este mantra, una teoría que también han explicado otros miembros de su gobierno, con referencias constantes al uso de la tecnología más avanzada por parte norteamericana tachando estas acciones contra el sistema eléctrico como terrorismo.

'Conspiranoia' tecnológica

Ahora, un analista de la revista Forbes, ha dado cierta razón a esa conspiranoia que defienden las autoridades venezolanas, aunque lo hace con cautela y sin abandonar el lenguaje hipotético.

Lo hace el empresario y académico de internet estadounidense Kalev Leetaru, que en un artículo publicado este sábado se pregunta por qué no ha podido ser el apagón fruto de un ciberataque.

En muchas ocasiones, y más en los últimos años, se ha hablado de las vulnerabilidades que están asociadas a las nuevas tecnologías y, si bien el autor pone el punto de mira de lo ocurrido en Venezuela en la escasa financiación de las infraestructuras eléctricas, así como en su deficiente mantenimiento, también indica que “la idea de que un estado extranjero pudiese manipular la red eléctrica de un adversario para forzar una transición de gobierno es muy real”.

Tras afirmar que no sería la primera vez que un ataque desde el ciberespacio se fija en infraestructuras básicas relacionadas con la energía, con las centrales nucleares como una de las que mayor preocupación generan, indica que un gobierno como el norteamericano “pudiese interferir remotamente” en la red eléctrica de Venezuela, no solo no es descabellado, sino que “es de hecho muy realista”.

Apoya su argumentación en algo obvio como es el que “las ciberoperaciones remotas pocas veces requieren mucha presencia en el terreno, haciendo que sean ideales como operaciones de influencia”. Teniendo en cuenta esto y poniéndolo en conexión con las malas relaciones y algaradas continuas entre Trump y Maduro, señala Leetaru que “es probable que EEUU ya tenga una profunda presencia dentro de la red de infraestructuras del país, haciendo que sea relativamente fácil interferir con las redes”, en alusión a Venezuela.

"Guerras modernas"

Alude también a la táctica que supondría un ataque de estas características, asegurando que los cortes en momentos puntuales, “garantizar el mayor impacto en la sociedad civil y muchas imágenes pos apocalípticas para los medios de comunicación encaja a la perfección en el molde de la tradicional operación de influencia”.

Si a lo anterior se une el hecho de la realidad actual, es decir, los problemas que ya padece en materia de suministro eléctrico, entonces se dan los condicionantes necesarios para una situación como la vivida estos días en el país venezolano.

A pesar de todo lo anterior y, precisamente, debido a que solo se cuenta con teorías y ataques velados del gobierno de Maduro contra el estadounidense, el autor del artículo publicado por Forbes sitúa el origen del apagón con alta probabilidad en los propios “problemas de infraestructuras” del país sudamericano, y no una “ciberacción de EEUU diseñadas para echar” al mandatario venezolano.

Con independencia de lo anterior, lo que parece evidente es que los ciberataques, por sus características, se van a convertir -si no lo son ya- en los modelos a seguir para ‘dañar’ al enemigo. Ya lo dice el propio Kalev Leetaru al aseverar que más allá de lo ocurrido realmente en Venezuela, “es probable que ciberataques a infraestructuras seguirán creciendo como un arma de las guerras modernas”. La pregunta que surge ahora es: ¿Son episodios como el de WannaCry ensayos gubernamentales camuflados como supuestos ataques de ciberdelincuentes? El tiempo dirá.