Llevamos toda la vida con esa amenaza. Desde los ochenta oímos que los robots nos sustituirán en los entornos laborales. Y todos hemos crecido rodeados de películas e historias que nos mostraban un futuro de obreros sintéticos. Hoy en día es así en muchas profesiones. Y parece que esta vez va en serio. La llegada de la Inteligencia Artificial puede extender el dominio del robot a ámbitos inauditos.

Robots contra humanos

Hace unos meses ya lo advertía Stephen Hawking. La aplicación de la IA a cada vez más ámbitos, puede provocar una ola de desempleo en Occidente desconocida hasta ahora. Cuando todavía no nos hemos recuperado de la crisis. ¿Cómo solucionar el problema económico que puede suponer para millones de personas la implantación de robots en procesos productivos y en servicios? Bill Gates tiene una idea. Entre tradicional y arriesgada. Básicamente se trata de establecer un impuesto al trabajo de las máquinas. Un impuesto que grave la plusvalía que generen los robots con su ir y venir mecánico.

Impuestos como los actuales

Gates establece en una entrevista en la revista digital Quartz la base de esta idea. “Si los trabajadores en la actualidad pagan impuestos, las máquinas deberían hacer lo mismo”, describe. Impuestos con lo que se pagan servicios públicos como la educación y la sanidad. Y que con su idea, se seguirán pagando igual. Otro objetivo de estos ingresos sería el de crear programas de formación para aquellos empleados que pierdan sus trabajos, sustituidos por máquinas. Una reconversión laboral que se antoja de grandes proporciones. Y para sectores y trabajaos que hoy ni tan siquiera imaginamos. Pero sobre todo para aquellos que requieren mayor empatía, como todos los que tienen que ver con las relaciones humanas, como cuidar ancianos o la enseñanza. Sobre la posibilidad desincentivadora sobre la innovación que su propuesta puede tener, Gates es categórico. “Incentiva mucho menos la perspectiva de que la tecnología nos haga más pobres”.