Chicos, os juro que llevo un tiempo que cada vez que pongo un juego a cargar se me corta la respiración… y no por el argumento, sino por el rugido del PC. La GPU sopla como si estuviera inflando un castillo hinchable y el medidor de temperatura parece un termómetro en agosto. Pero respirad tranquilos antes de pensar en cambiar media torre, porque se puede intentar domar ese calor con cuatro caricias bien dadas.

Lo primero es entender a la criatura

Una gráfica moderna aguanta jornadas largas en torno a 70–80ºC y un pico más alto durante unos segundos no se traduce en tragedia. Lo interesante de verdad está en la caja, porque si el frontal o los ventiladores están tapados con bolas de polvo o un manojo de cables, la tarjeta sufre más que un corredor de maratón con bufanda.

Segundo paso: ajusta la curva de ventiladores

Abre el programa de tu gráfica (AMD Adrenalin, NVIDIA Control Panel o MSI Afterburner). En la parte de ventiladores, pon una curva que suba poco a poco con la temperatura; por ejemplo:

  • 50% a 60°C
  • 65% a 70°C
  • 75-80% a 80°C

Con esto evitas cambios bruscos, hace menos ruido y la temperatura se estabiliza. Si necesitas más recortes, baja el límite de potencia un 5–10%, porque en muchos juegos casi no se nota en los fotogramas y baja varios grados.

Sin abrir el PC

Mantén los drivers al día, los perfiles limpios y las ventanas abiertas que sean imprescindibles, porque un controlador sin actualizar te hará gastar vatios para nada. Sorprende lo que se ahorra con eso y con cerrar dos pestañas de fondo que se han quedado de invitadas permanentes. Además, si tienes la torre apoyada en la alfombra, dale un poco de altura, que un par de centímetros mejoran la entrada de aire.

Si no queda más remedio: limpieza interna

Si no tienes más solución que entrar en las entrañas de tu equipo, que sea con cuidado:

  • Utiliza una brocha suave para placas, filtros y disipadores
  • Emplea aire comprimido o soplador en modo frío a poca distancia
  • No hagas girar los ventiladores como si fueran molinos

Miniaturas de trabajadores limpiando un teclado de ordenador

Algo va mal

Hay algunos detalles que te ponen sobre aviso, por ejemplo:

  • Un ruido nuevo o chasquidos que no estaban
  • Caídas de FPS con temperaturas normales
  • Valores muy por encima de lo que cuentan los análisis de tu modelo (aunque ahí sí te va a tocar hacer un diagnóstico más profundo)

Pero, en líneas generales, una GPU aseada y cuidada rinde mejor, suena menos y dura más. Así que dale al aire, limpia, realiza un par de ajustes y verás cómo mejora el rendimiento de tu equipo sin tener que sustituir la gráfica. ¿Qué te parecen nuestros trucos y consejos para mantener tu equipo aseado y competente? Seguro que tienes alguna bola de pelusa a la que dar mejor vida.

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